A propósito del “Buen Fin”, coyuntura de mercado que surgió en el sexenio de Felipe Calderón buscando imitar el Black Friday norteamericano, anunciando descuentos de hasta un 70%, compras a meses sin intereses, venta de saldos e inventarios, créditos blandos, entre otros. Con ello se ha logrado incluso que el gobierno y las empresas adelanten el pago del aguinaldo para que la gente tuviera con qué comprar en esta campaña.
La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) ha venido dando testimonio de las adversidades que viven las familias mexicanas al buscar garantizar la alimentación cotidiana en sus hogares ante la inflación alimentaria que se vive en el país (9%) por el encarecimiento sistemático de los productos de consumo obligado, indispensables en la vida de los mexicanos.
“Por esto, resulta difícil entender que se insista en campañas consumistas que convocan al endeudamiento y a la adquisición de lo suntuario antes que necesario. Este consumismo promovido va a contraflujo de la promoción de una ética de consumo responsable en donde el consumidor sepa distinguir y priorizar sus opciones de compra y ponga por delante lo que realmente le es importante adquirir”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
En 2020, empresas como Sam’s y Walmart decidieron salirse tras el cobro “extraordinario” durante la pandemia para participar del Buen Fin. También restaurantes como Italiannis, Vips, Chili’s, Domino’s y Burger King se sumaron a esta decisión, acabando de debilitar esta campaña de mercadotecnia y consumo, restándole valor al disminuir su cobertura de mercado.
En el mejor de los casos, los descuentos de las mercancías llegan a ser de un 15%. Sólo el 40% de los comercios participantes otorgan facilidades de crédito y el 16% no cobra los envíos. El gasto promedio es de 6 mil pesos. Las principales compras son de ropa calzado. El 30% tardará más de un año en pagar y más del 30% comprará a crédito. Se debe señalar que también se hacen presentes los fraudes, clonación de tarjetas, robo de identidad, compras no honradas, mercancía dañada y servicios no otorgados son los más recurrentes.
Ya el 40% ha decidido no realizar sus compras en el Buen Fin y sólo el 12% ve adelantado el pago de su aguinaldo en noviembre. Pese a este entorno enrarecido del Buen Fin, el gobierno, a través del Servicio de Administración Tributaria (SAT), continúa financiando esta campaña al rifar 500 millones de pesos para estímulos por el uso de tarjetas de crédito, promoviendo el consumo a crédito sin importar endeudar a la gente en estos momentos.
“El Buen Fin resultó ser una mala copia de lo que ocurre en Estados Unidos. Los precios no resultaron ser más bajos, se cobran los intereses de las compras a plazos y los créditos no son nada blandos sino hasta leoninos. De forma tal que el Buen Fin se ha convertido en un gran trabuco que termina por complicar y endeudar a los consumidores que caen presos de esta mercadotecnia”, refirió Rivera.
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