Desde que tengo uso de razón siempre he escuchado la palabra CRISIS, aunque más que una palabra es una realidad de muchos años atrás y quien sabe cuántos más hacia el futuro, pero lo más triste es que esta se hace presente y latente cada vez más, ¡eso sí! Con mayor intensidad en diferentes ámbitos y áreas de nuestra vida.
Por supuesto que las empresas y negocios no son la excepción, sin embargo, en vez de estarnos quejando, asumiendo el papel de víctima echándole la culpa a los demás y negar nuestra realidad yo te invito a reflexionar asumiendo nuestra responsabilidad como empresarios enfrentado esta situación para transformarla en una oportunidad.
Recurrir con frecuencia al modelo que nos dio resultado en otra situación es querer adaptar el mercado a nuestra conveniencia, en otras palabras es rigidez ante el cambio y continuar en el rumbo que nos llevó a esta situación actual. Por lo pronto y el primer paso y más difícil es estar abiertos a la necesidad de tener que modificar, cambiar o re-pensar el negocio. Como en cualquier proyecto, sí la alta gerencia de la empresa no está dispuesta a cambiar, todas las herramientas acerca de cómo conducir en tiempos de crisis serán un fracaso, es construir un edificio de cuarenta pisos sobre los cimientos de una choza.
Con los cambios continuos de rumbo, las contrariedades y la información que fluye de manera informal a falta de confianza en la forma adecuada, la visualización de los distintos posibles escenarios genera una plataforma donde construir estrategias y disminuye la ansiedad del equipo.
Estos equipos presentan sus trabajos al resto, alimentando con información para la toma de decisiones del resto.
La comunicación interna como externa es necesaria en todo momento, solo que en época de bonanza es descuidada. En un escenario de incertidumbre es absolutamente fundamental, imaginemos por un momento la incertidumbre que deben sentir las personas que integran la organización, sus familias, amigos y conocidos al no saber que sucederá con sus trabajos. El integrar a toda la empresa, comunicarles rápidamente los escenarios, rumbos a seguir, el plan de acción y por sobre todas las cosas, hacia donde nos dirigimos es una tarea que debe llevarse a cabo utilizando los medios formales como informales dentro de la estructura.
Demostrar que ante lo peor, existe un plan y posibilidad de crecer frente a la competencia, es decir un plan integral que atenúe efectos, que muestre el compromiso de la gente, las posibilidades de salir fortalecidos y sobre todo, que se puede confiar en la gerencia de la compañía.
Ante esta situación de mercado, existen dos grandes grupos; las empresas que seguirán en la postura de la edad de piedra, “exprimiendo” literalmente a sus proveedores y clientes (en caso de ser los únicos proveedores) para lograr ser más competitivos y mantenerse a flote. Por otro lado están las empresas que comprenden que son las alianzas la manera segura de ser competitivos, donde el crecimiento de uno es el beneficio del otro.
Desarrollar un plan de crecimiento adaptado a la crisis en conjunto con nuestros proveedores clave y clientes asegura la fidelidad y el compromiso y nos pone primeros en sus listas de prioridades (incluida la de pagos). La crisis es como un precipicio, donde para alcanzar el otro lado requiere un simple salto. La mayor parte de las personas (por lo tanto las empresas) se quedan mirando abajo con temor a caer. Sólo se requiere precisar cuan lejos es el salto, cómo realizarlo y generar la confianza en todo el equipo de la capacidad de realizarlo.
Consejos Prácticos:
– Disposición al Cambio.
– Determinar posibles escenarios.
– Comunicación.
– Planes de Acción.
– Alianzas Estratégicas.
L.C. Jorge Guadarrama Grimaldo
Coach de Negócios
Jorge Guadarrama es Coach de Negocios Certificado por ActionCOACH
www.actioncoach.com/jorgeguadarrama
Muy buenos concejos. Dirigir una empresa no es nada fácil y más en tiempos de crisis. Considero que se debe incrementar la capacidad de liderazgo de cada uno para transmitir la confianza necesaria a los empleados de modo tal de apaciguar la incertidumbre que genera todo conflicto financiero.