Edward Freeman dijo una vez, que una empresa no está hecha solamente para hacer dinero, pues esto sería como si el propósito de una persona fuera crear células rojas en la sangre para vivir. Es verdad que el dinero es un medio importante y una empresa lo necesita, pero el propósito trasciende el recurso natural, tan es así que hay quien ha hecho grandes empresas sin tener dinero y sobran los ejemplos en este sentido, pues una idea, un sueño es más importante que el “querer hacer dinero”.
En este sentido si observamos el propósito de empresas que han logrado dejar huella, como lo que planteo Steve Jobs en 1981, de que cada persona tenga una computadora o todavía más arriesgado como lo ha puesto en su misión la empresa Patagonia: “Estamos en este negocio para salvar nuestro hogar, el planeta Tierra”. ¿Se vale? ¿Se puede hacer esto? Por supuesto que sí, no solo se puede, sino que cada vez más los consumidores y los trabajadores nos sentimos atraídos a esta forma de pensar, donde hay un propósito trascendental detrás de una marca.
RECOMENDAMOS Emprendimiento social: Una solución con propósito
Desde la perspectiva de la empresa, ¿para qué me puede servir tener un propósito definido en estos términos? Sencillamente para ir hacia delante en todo momento, es la forma en la que la creatividad de los empleados, la búsqueda de la mejora continua, la innovación, la eficiencia, se puede dar, porque a fin de cuentas el ser humano está ligado a un propósito, una persona difícilmente va a trabajar por el hecho de trabajar, o solamente para generar ingresos, sino que hay algo más profundo, proveer a su familia, superar sus éxitos profesionales, aportar a este mundo creando o compartiendo lo que es.
Me atrevo a pensar que las personas que han emprendido y perseveran aún a pesar de las dificultades, están más enamoradas de un problema que de una solución específica, pues la solución puede variar. En el ejemplo de la empresa Patagonia, el problema es la Tierra en riesgo. Para otra empresa será cómo hacer vivienda digna y accesible, cómo hacer automóviles que utilicen energías renovables (Tesla), cómo financiar a quienes no son sujetos de crédito (Grameen Bank), entre otros. Así el propósito mueve a las personas y la creatividad no tiene límites.
Para afinar el propósito de tu empresa, emprendimiento o tu persona, puedes empezar por preguntarte ¿Por qué quiero hacer esto? Es decir, ¿cuál es la razón de fondo por la que empleo mi tiempo y esfuerzo en esto o aquello? Y mejor aún ¿cuál es el problema que quiero resolver o la solución que quiero dar en un determinado ámbito? Con algunas respuestas sinceras, podrás empezar a plantear aquello que te mueve, que repito no es el dinero solamente, ni cerca de serlo. El propósito es tan arriesgado, tan comprometedor, que algunas empresas han entendido que deben modificar sus valores, replantear la forma en la que venían haciendo su trabajo, entre otras cosas. Es el caso de la empresa Polydeck de Peter Freissle, que después de replantearse su propósito, se ve comprometido a hacer cambios importantes, e incluso utiliza su tarjeta de presentación para compartir su propósito y la forma en la que se comprometían a vivir ese propósito.
Para hacer un ejercicio de planteamiento de propósito se puede empezar tomando la metodología de Simon Sinek, el Círculo de Oro, mejor conocida como los tres pasos del Why, How, What. El primer paso es elemental y se trata de cuestionarse el sentido; el segundo se refiere a cómo lo haces, la metodología; finalmente el qué, esto es el producto o servicio que entregas al consumidor. En una visión tradicional las empresas empiezan describiendo su producto, después cómo lo hacen y finalmente el por qué. Sin embargo, el reto es hacerlo en sentido contrario, esto es lo que hace que las personas nos involucremos con un producto, nos identifiquemos y por supuesto lo compremos.
Mtro. Rafael Córdova Hernández, Académico de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México
Recuerda dejarnos un comentario
Te puede interesar