En solo un mes, más de 1,000 micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) mexicanas se registraron para obtener el distintivo “Hecho en México”, un sello oficial que identifica a los productos fabricados en territorio nacional. Este repunte contrasta drásticamente con las cifras anteriores al relanzamiento de la marca, cuando se recibían apenas unas 70 solicitudes cada dos meses.
Este dato no es menor: significa que los emprendedores están reconociendo el valor de apostar por la identidad nacional como estrategia comercial y reputacional. En un entorno cada vez más competitivo, diferenciarse y comunicar calidad y origen puede ser la llave que abra mercados y conquiste consumidores.
Un distintivo renovado para una nueva generación de negocios
El sello “Hecho en México” no es nuevo, pero ha sido relanzado por la Secretaría de Economía con una imagen fresca, nuevas reglas de uso y un enfoque más accesible para las MiPyMEs. La iniciativa se enmarca en una estrategia más amplia de impulso a la producción nacional, industrialización inteligente y fortalecimiento de cadenas de valor.
De acuerdo con datos oficiales del Gobierno de México, esta renovación busca no solo visibilizar lo que se produce en el país, sino también elevar los estándares de calidad, competitividad e innovación de las empresas mexicanas.
La respuesta inmediata por parte de más de 1,000 empresas en un solo mes habla por sí sola: el distintivo conecta con el momento que vive el ecosistema emprendedor nacional.

¿Qué es el sello “Hecho en México” y para qué sirve?
El sello es un emblema gráfico que puede colocarse en los productos o su empaque para señalar su origen nacional. Pero su valor va más allá de una etiqueta decorativa. Se trata de un recurso de marketing, posicionamiento y diferenciación que, bien aprovechado, puede:
- Fortalecer la identidad de marca
- Generar confianza en los consumidores
- Abrir puertas a mercados internacionales que privilegian el comercio justo y local
- Facilitar el acceso a programas de apoyo gubernamental y convenios internacionales
Además, en un entorno en el que el consumidor es más consciente del impacto de sus compras, lo nacional gana terreno como un criterio de elección relevante.
¿Cómo pueden las MiPyMEs obtenerlo?
El trámite es gratuito, en línea y bastante sencillo. Los interesados deben ingresar a la plataforma oficial del distintivo y llenar una solicitud donde acrediten que su producto cumple con los requisitos de origen nacional.
De acuerdo con la normatividad, al menos el 70% del valor del producto debe haber sido generado en México, ya sea por manufactura, ensamble o transformación. También se solicita información comercial, una carta compromiso y evidencia del proceso productivo.
El proceso, que antes podía parecer engorroso, ahora ha sido agilizado y digitalizado para favorecer especialmente a las MiPyMEs. Esto ha sido clave para el crecimiento exponencial de solicitudes.
Una marca que no es sólo etiqueta: es reputación
El distintivo “Hecho en México” es más que un sticker: es una herramienta de relaciones públicas y marketing reputacional. En un país donde existen más de 4.1 millones de MiPymes, según datos del INEGI, destacar en anaqueles, catálogos digitales y marketplaces no es fácil.
Un sello avalado por el gobierno federal puede marcar la diferencia entre una compra impulsiva y una decisión consciente.
Además, existen estudios que muestran que los consumidores mexicanos están más dispuestos a comprar productos nacionales si tienen la certeza de su origen. De acuerdo con la Profeco, 7 de cada 10 mexicanos prefieren adquirir productos nacionales, principalmente por solidaridad, confianza y calidad percibida.
Un paso hacia la internacionalización
Para las empresas con ambición exportadora, el distintivo “Hecho en México” también representa una puerta de entrada. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y otros acuerdos de libre comercio permiten que productos nacionales ingresen con beneficios arancelarios y administrativos.
El distintivo puede ser clave al cumplir con las reglas de origen exigidas por estos tratados, y también para destacar ante compradores extranjeros que valoran el origen como atributo de calidad o responsabilidad social.

El reto de mantener la calidad
Si bien el sello ofrece un diferenciador poderoso, también implica una responsabilidad: mantener la calidad, el abastecimiento nacional y el cumplimiento normativo. No basta con obtener el sello, hay que honrarlo con prácticas empresariales éticas, sostenibles y competitivas.
Por ello, el distintivo puede ser un punto de partida para que las MiPyMEs también revisen y fortalezcan sus procesos internos, busquen certificaciones complementarias (como ISO o NOM), y se vinculen con otras iniciativas de apoyo empresarial.
Conclusión: lo nacional no está de moda, está en su mejor momento
El crecimiento en solicitudes para obtener el distintivo “Hecho en México” no es una casualidad ni una moda pasajera. Responde a un momento en el que las MiPyMEs mexicanas están buscando formas inteligentes de competir, crecer y construir confianza con su entorno.
En un contexto global donde lo local cobra fuerza, apostar por el origen mexicano es una estrategia de alto valor. Y el distintivo, bien utilizado, puede ser el primer paso para llevar un producto de la tiendita al supermercado… y del supermercado a los anaqueles internacionales.
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