Ni infancia saludable ni comercios fortalecidos: el impacto real de la prohibición de comida chatarra


A pesar de las buenas intenciones del gobierno, la restricción de comida chatarra en escuelas no ha frenado el consumo infantil y ha generado efectos negativos tanto en la salud como en la economía local.

Una infancia con cifras alarmantes de obesidad y diabetes

En México, la infancia enfrenta una crisis de salud pública. De los 36.3 millones de niñas, niños y adolescentes que habitan el país, aproximadamente 13.5 millones presentan sobrepeso u obesidad, un dato que refleja el 35% de los menores de 5 a 11 años y el 38% de los adolescentes de 12 a 17.

Además, la diabetes infantil va en aumento: 542,000 menores viven con diabetes tipo 1 y la incidencia de diabetes tipo 2 en esta población ha crecido de 2 a 3 casos por cada 100,000 habitantes en apenas cuatro años.

Una política que prohíbe, pero no educa

Con el objetivo de contener esta crisis, el gobierno federal implementó el 29 de marzo de 2025 la prohibición de vender comida chatarra en todas las escuelas del país, desde nivel básico hasta superior.

Sin embargo, como señala Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), la medida ha tenido efectos adversos.

“El consumo de estos productos se ha incrementado fuera del entorno escolar. Muchos estudiantes ahora buscan formas alternativas de adquirirlos, ya sea a través de vendedores informales cerca de las escuelas o llevándolos desde casa”, explica.

El problema, por tanto, no es solo la disponibilidad, sino la falta de educación alimentaria. La prohibición sin un trabajo cultural de fondo genera rechazo. Para lograr un cambio real en los hábitos de consumo, es necesario invertir en educación nutricional desde edades tempranas, con la participación de familias, maestros y comunidades.

El Día del Niño, con menos brillo y más deuda

Este año, el Día del Niño se vive con un ánimo apagado en muchas familias mexicanas. Las secuelas económicas de la Semana Santa han obligado a destinar la quincena de finales de abril al pago de deudas, dejando poco margen para celebraciones.

Los comerciantes de ropa, juguetes y productos infantiles han reportado una baja significativa en las ventas, lo que refleja cómo el contexto económico afecta directamente a los pequeños negocios.

“Aunque la ilusión infantil persiste, el contexto económico limita las posibilidades de celebración, dejando al Día del Niño con menos brillo del habitual”, concluye Rivera.

En muchos hogares, los festejos se reducen a pasteles y golosinas —por ser lo más accesible—, lo que evidencia nuevamente que la prohibición oficial de estos productos no responde a la realidad del consumo popular.

Un llamado a políticas más integrales y conscientes

La experiencia demuestra que las políticas prohibicionistas aisladas difícilmente generan cambios profundos. Si se busca una infancia más sana y un entorno económico más justo, es necesario implementar estrategias que combinen educación, regulación inteligente y apoyo a los pequeños negocios, que son parte fundamental de la economía familiar.

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