No me extraña que perdamos competitividad con respecto a otros países europeos. Dejando a un lado las cuestiones macroeconómicas, y parándonos a observar y analizar, la cotidianeidad del mundo laboral; las sutilezas que influyen enormemente en la rentabilidad de las organizaciones; topamos con demasiadas caras serias, enfadadas, cabreadas.
Es necesario invertir mucha más energía para mantener una cara seria, que relajar las tensiones musculares faciales. ¡Cuanta rentabilidad aporta una simple sonrisa!
Debemos distinguir la máscara “sonrisita”, de la auténtica alegría de trabajar que aflora en nuestro rostro, y de manera especial, en nuestros ojos. Cuando una persona trabaja con entusiasmo, sabiendo lo que aporta con su trabajo y sintiéndose valorada en el buen desempeño de sus funciones, es feliz, y esa felicidad irradia desde dentro hacia fuera.
Desde hace años, muchas empresas, sabedoras, del beneficio que aporta la sonrisa; invierten en crear ambientes saludables, alegres y enriquecedores para todos.
¿Por qué, en algunos establecimientos, nos sentimos cómodos, tranquilos, sin prisas, confiados en las manos que nos atienden? Una simple sonrisa, genera una excelente empatía, que nos acerca a consumidores y servidores.
El asesoramiento estratégico, orientado a incrementar el beneficio de las empresas, aumentando y manteniendo la calidad de vida laboral; profundiza intencionadamente en cada uno de los rostros que aparecen en la escena organizacional. La imagen corporativa, de cualquier empresa, del sector que sea, puede beneficiarse o perjudicarse muchísimo, por un rostro triste, serio, desmotivado.
Con los datos que tenemos, parece que va en aumento, el número de ROSTROS PÁLIDOS, en detrimento de la cuenta de resultados de muchas empresas, y lamentablemente de la pérdida de calidad de vida laboral. Chirrían demasiados dientes, en el actual panorama laboral de nuestro país.
A mí, me interesa mucho conocer a “Los rostros pálidos”, a todos los miembros de la organización, que no se sienten comprometidos con la misión de la empresa, ni se identifican con la visión de los directivos. El acercamiento empático, sincero, transparente, hacia un rostro pálido, genera, desde mi punto de vista, una cultura corporativa orientada a la consecución de objetivos.
Cuantos más “rostros pálidos”, transformen sus percepciones con respecto a la empresa y crezca en ellos la automotivación, la tribu de los “rostros alegres”, aumentará, y los departamentos de contabilidad cuantificarán sus beneficios.
Las malas caras, no sólo venden menos, también generan conflictividad y recelos dentro de la empresa. Invirtamos, en generar SONRISAS CORPORATIVAS que, como un virus, infecten toda la organización y transmitan al conjunto de la sociedad una excelente imagen corporativa.
Manuel López Jerez