Las presiones del día a día, la competencia a nivel individual y profesional, el ritmo frenético de trabajo en las oficinas son, entre otros factores, situaciones que alteran el estado emocional de muchas personas. Además, en diversas ocasiones, el trabajador no se siente realmente recompensado por su esfuerzo y pierde motivación, afectando directamente en la productividad de la empresa en general.