Hablamos de adicción cuando un elemento externo, persona, sustancia o cosa, te genera una dependencia tal, que te obliga a estar en contacto con ella. No solo hay esa necesidad de proximidad o de consumo, sino que la separación genera consecuencias emocionales, comportamentales y del pensamiento.
Las personas tienden a infravalorar la obsesión por el móvil, por internet o por otras nuevas tecnologías, porque no sienten que fisiológicamente les haga daño, en el sentido de que no ingieren sustancias adictivas. Lo cierto es que dejar de jugar al videojuego, perder el móvil o no estar conectado sí tiene consecuencias, como la irritabilidad, incertidumbre, aburrimiento o nerviosismo.
Las adicciones son todas similares, da igual que sea al tabaco, a las compras, al juego patológico, alcohol, drogas o a las nuevas tecnologías. Todas cursan con la necesidad de consumir y con la sintomatología física, emocional y comportamental como consecuencia de la privación del estímulo adictivo. Pero una de las consecuencias de las nuevas tecnologías que difiere respecto a otras adicciones es la inversión de tiempo que requieren. El tiempo que ocupas con el ciberespacio o con la telefonía, lo dejas de ocupar con el trabajo, los estudios o tus relaciones personales. Hay personas que pierden su pareja, su trabajo, fracasan en los estudios y dejan de relacionarse de tú a tú con los amigos.
Existen varios motivos por los que nos hemos enganchados a este nuevo estilo de vida:
- La inmediatez.- La sensación de estar conectado, estar continuamente interactuando es estar participando, tener protagonismo y ayuda a que muchas personas no se sientan solas.
- El atractivo visual y auditivo.- Los sentidos se implican y se magnifican.
- Variables psicológicas como la toma de decisiones, elección, planificación, etc.
- La participación social.- Tienes opinión y voz en foros en los que participa mucha gente. Te sientes importante y parte de un grupo al que perteneces. No necesitas quedar, vestirte o planificar. Todo está a golpe de un click, a la hora que quieras y con quien quieras.
- La comodidad. -En un teléfono tienes al alcance de la mano correo electrónico, redes sociales, juegos, llamadas, mensajes, vídeos, música, prensa, internet y muchos otros atractivos.
Establecer unos criterios para detectar cuándo estás en riesgo o padeciendo una adicción y cuándo no, es bastante complicado. Muchas de las horas que pasamos con el teléfono o en la computadora se justifican porque nuestro trabajo no se sostiene sin estas tecnologías.
Mejores prácticas
Sé respetuoso con tus trabajadores o compañeros.– Deja de enviar correos por la noche. Aprende a gestionar y delimitar los horarios de trabajo. Que tengas una computadora disponible no significa que tengas que bombardear a las doce de la noche con mails.
Aprende a gestionar tu tiempo.- Si estás trabajando, no compagines el trabajo con bichear la prensa en internet. Así fraccionas tu atención y concentración, y no estás ni en la prensa ni en el trabajo. Organiza tu tiempo para ser eficiente con la tarea y para descansar con internet.
No contestes a los correos de forma inmediata.- Que entren en la bandeja no significa que tengas que responder ya. ¿Estás ocupado? Pues termina con la tarea que tenías. Ponte un orden, como revisar el correo cada dos horas o cuando finalices la actividad que te ocupa. Y quita el sonido a la bandeja de entrada, es muy estresante.
Ponte un horario en casa para trabajar con la computadora.- Normalmente lo enciendes y te pones a trabajar, pero como estás cansado, te distraes curioseando en las redes sociales y páginas web. Al final terminas por trabajar desconcentrado, alargando el tiempo que tenías pensado dedicarle al trabajo y por desatender a la familia o a otro tipo de ocio. Ponerte un horario que cumplas sí o sí, te ayudará a optimizar el tiempo que dedicas a tu trabajo, ya que no tendrás más tiempo para acabarlo. Tu mente dejará de dispersarse y mejorará tu atención y concentración.
Si sigues estos sencillos consejos podrás dominar tú al teléfono y demás adicciones cibernéticas en lugar de que ellos te dominen a ti, te sentirás más feliz y libre.
Yara Brom, Psico Terapeuta
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