A partir del 2007, el Servicio de Administración Tributaria (SAT), permitió el uso de comprobantes fiscales digitales (CFD), en sustitución de los documentos tradicionales de papel. Poco a poco se fue perfeccionando la tecnología para encriptar en un registro electrónico información que en los documentos hubiera resultado difícil imprimir por cuestiones de espacio.
La manipulación de documentos electrónicos se vio beneficiada con la mejora en los servicios de internet; mayor velocidad y costos más accesibles, permitieron el envío inmediato de comprobantes digitales en segundos de una parte a otra del país y del mundo.
Al inminente ahorro en gastos de mensajería se sumó el de almacenamiento y búsqueda de documentos, amén de las mejoras considerables que se lograron en exactitud numérica.
La tecnología para la generación de comprobantes fiscales digitales se depuró rápidamente y las empresas vanguardistas se sumaron al uso cotidiano de los mismos. Sistemas de facturación propios y comerciales incluyeron la función en sus productos, lo que permitió que empresas de todos tamaños y de los sectores más diversos adoptaran la tendencia.
Esta generalización la aprovechó el SAT para facilitar su tarea, y en 2010 se decretó como obligatorio el uso de facturas electrónicas para los contribuyentes cuya facturación rebasara los cuatro millones de pesos anuales.
En 2011, al esquema de facturación electrónica se integró una nueva variable, el timbre fiscal; para ello, el SAT habilitó a un centenar de empresas particulares, para que se convirtieran en Proveedores Autorizados de Certificación o PAC, que deberían ofrecer a los contribuyentes un servicio que a la vez que sellara los CFD le enviara una copia de los mismos al SAT. A partir de ese momento, se conocerían como CFDI (Comprobante Fiscal Digital por Internet), ya que el envío de documentos a ser timbrados se tendría que efectuar por ese medio.
Aunque el SAT no ha proporcionado cifras muy exactas del antes y después del uso de los CFD, el resultado parece ser que le ha sido favorable, al grado que para 2014, ya decretó que todas las facturas para que sean deducibles de impuestos por sus receptores, tendrán que ser expedidas como CFDI, sin excepción.
Al pasar las facturas por un PAC para ser timbradas, el SAT tendrá una copia electrónica de todas las facturas que todos los contribuyentes emiten, y al tener esa información digitalizada, no será difícil saber las cantidades de índole acreedora o deudora que se manejan.
La acreditación de los pagos en los bancos será el complemento, para que una vez cerrada la pinza, la misma autoridad sepa de antemano lo que se le debe de impuestos y de algún modo lleguen a ser innecesarias las declaraciones que realizan los contribuyentes o cuando menos hacerse más sencillas.
Por Ing. Germán V. Madero Ruíz, Director Comercial de Microsip
También podría interesarte