El espíritu emprendedor de las familias empresarias: un legado vivo y transformador

De un polo al otro del planeta, pasando por cada paralelo y meridiano, podemos afirmar sin reservas: toda familia empresaria es, en esencia, emprendedora. Desde la concepción inicial de una idea hasta la consolidación de un modelo de negocio, el emprendimiento no es solo una actividad para estas familias; es su esencia, su ADN.

El proceso comienza con la creatividad del fundador, quien identifica necesidades en su comunidad y decide actuar. A ello se suman valores como la constancia, la templanza y, en muchas ocasiones, la cultura filantrópica. Este espíritu emprendedor, que da origen a empresas familiares, trasciende generaciones, convirtiéndose en el eje articulador que guía cada etapa del negocio y se perpetúa como un legado invaluable.

Más que una actitud, una cultura de transformación

El emprendimiento en las familias empresarias no se limita a resolver problemas o satisfacer necesidades. Se convierte en un pilar cultural que define su forma de operar, de innovar y de relacionarse con sus públicos de interés. Este enfoque permite que sus valores y filosofía se permeen no solo entre los miembros de la familia, sino también entre colaboradores, clientes, proveedores y socios estratégicos.

Como mencionó el profesor Justin Craig, de la Kellogg School of Management, durante el Family Business Forum LATAM 2024, el emprendimiento en la familia empresaria se caracteriza por cinco dimensiones clave:

  1. Toma de riesgos: La disposición para apostar por lo incierto en busca de nuevas oportunidades.
  2. Competitividad en los mercados: Mantenerse en la vanguardia, respondiendo a los desafíos del entorno.
  3. Autonomía: La capacidad de actuar y generar valor sin depender exclusivamente de agentes externos.
  4. Actitud innovadora: Crear y renovar constantemente productos, servicios y procesos.
  5. Proactividad: Anticiparse a las necesidades y cambios, en lugar de reaccionar a ellos.

Estas características, según Craig, no solo consolidan la vitalidad de una empresa familiar, sino que también aseguran su capacidad de adaptación y supervivencia en un mundo dinámico y competitivo.

La “gran E”: Emprendimiento como esencia de supervivencia

El profesor Craig introdujo una fórmula en la que el emprendimiento (la “gran E”) es un componente indispensable para la supervivencia de las empresas familiares. Aunque estas pueden producir, administrar o integrar recursos, descuidar el emprendimiento lleva a la inmovilidad y al eventual declive.

El emprendimiento no solo impulsa la innovación y el crecimiento, sino que conecta a la familia con sus raíces. Al mirar hacia atrás y recordar las historias de esfuerzo y éxito de los fundadores, se refuerza la identidad y el propósito compartido. Estas narrativas son fuentes de inspiración y de enseñanza para las generaciones futuras, asegurando que el legado empresarial siga siendo relevante y dinámico.

Un legado vivo que transforma comunidades

Lejos de ser un concepto estático, el emprendimiento en la familia empresaria es un legado vivo, en constante evolución. Representa un flujo de vitalidad que no solo fortalece la organización, sino que también genera abundancia y bienestar en las comunidades con las que interactúa.

Al nutrir este espíritu emprendedor y alinear su cultura con las necesidades de un mundo cambiante, las familias empresarias no solo aseguran su relevancia, sino que también honran su historia y preparan el camino para un futuro lleno de posibilidades.

El emprendimiento no es un destino, sino un viaje continuo de aprendizaje, adaptación y transformación, un viaje que cada familia empresaria está destinada a liderar con pasión y propósito.

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