Cuando se habla de espíritu emprendedor, existen diferentes niveles en la intensidad en que se vive, y dependen en mucho de la independencia que el propio emprendedor muestra, su nivel de liderazgo, la innovación que puede aportar, cuánta responsabilidad puede soportar y qué tan creativo puede volverse al ejecutar y hacer evolucionar su plan de negocios.
Brad Sugars, un autor de negocios reconocido a nivel mundial, que posee una franquicia con casi mil oficinas en todo el planeta, identifica cinco niveles de emprendedurismo, y antes, el nivel de empleado.
Por supuesto que un buen empleado puede ser un gran emprendedor, pero primero debe adquirir un gran sentido de responsabilidad y control sobre su vida, tener la confianza de experimentar con la posibilidad de salir de la zona de confort para aprender más y ganar nuevas experiencias, y arriesgarse a convertirse en auto-empleado.
Nivel Uno: el auto-empleado. Se trata de individuos que no se motivan por la seguridad sino por la posibilidad de controlar su vida, su carrera y su destino. En lugar de reportar a un jefe, quieren ejecutar el trabajo a su modo, y muchas veces piensan en hacerlo de forma independiente. Si bien esta es una forma de comenzar un negocio, también es un camino muy seguro de no triunfar, pues muchas veces lo que ocurre es que el auto-empleado termina encadenado al negocio, y no logra desarrollar un verdadero equipo a su alrededor. Cuando el emprendedor logra entender que lo mejor es tener un negocio que funcione sin su supervisión, es capaz de hacerse del talento adecuado para lograrlo, y pasar al siguiente nivel.
Nivel dos: el gerente. Generalmente quienes tienen una visión más gerencial están en una mejor posición de triunfar como emprendedores. Sin embargo, deben tener cuidado con dos errores comunes: querer ser siempre el jefe, sin dedicar tiempo y esfuerzo a desarrollar al talento; y pensar que el éxito de un negocio radica en crecer rápidamente, cuando el verdadero éxito radica en ser rentable, aun cuando la compañía sea pequeña. Quienes logran pasar de ser gerentes a ser verdaderos líderes, también tienen más posibilidades de acercarse a la verdadera definición de emprendedor.
Nivel tres: el líder. Los emprendedores que logran delegar la operación diaria del negocio a un equipo capaz, pueden dedicar más tiempo a la estrategia fina y a incrementar su rentabilidad. De esta forma el negocio también les permite tener más tiempo para ellos mismos.
Nivel cuatro: el emprendedor inversionista. Aquellos emprendedores que han logrado construir un negocio rentable, pueden darse a la tarea de enfrentar nuevos retos, por ejemplo, invertir en otros negocios, o franquiciar el suyo. Esto es posible porque trabajan en crear sistemas de trabajo que generan rentabilidad y pueden replicarse en diversos tipos de productos y servicios. Estos empresarios logran sustituir el trabajo duro por el trabajo inteligente, y las recompensas personales y financieras son abundantes.
Nivel cinco: el verdadero emprendedor. En este nivel los empresarios experimentan un cambio de paradigma que implica un proceso de cuatro pasos:
– Idealización: tienen sueños gigantes de cómo sería su mundo ideal.
– Visualización: dibujan en su mente este mundo ideal como una realidad y comienzan a clarificar su visión diariamente, cada vez con más detalles.
– Verbalización: ponen en palabras este sueño y hablan de él como si ya hubiera ocurrido. Hablan de él con otros como si ya fuera real y continúan un diálogo personal para traerlo al mundo.
– Materialización: debido al esfuerzo e intención de diseñar y crear en este sueño, las cosas van cayendo en su lugar y suceden de forma natural y automática.
La idea se vuelve real y un hecho tangible que se materializa en el mundo e influye en los otros al tiempo que se abren nuevas puertas, nuevas oportunidades y nuevos sueños.
Itzel Castellanos con información de Action Coach
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