La forma en que tratamos a los clientes y la diferenciación que les ofrecemos es lo más importante para que una empresa crezca en la opinión de Joel Cano, CEO de Axeleratum, “el propósito de un negocio no es sólo hacer dinero sino hacer un cliente y mantenerlo”, dijo.
Aunque parezca obvio para algunos lo cierto es que muchas empresas, en su camino al éxito olvidan las bases de su creación, el fin mismo que las hace existir y se miden sólo en cuestión de efectivo y no de productividad.
Ante esta situación Cano recordó a los empresarios que lo que único que genera valor en una empresa es su proceso de comercialización e innovación, el resto sólo representa costos.
El hecho es tan importante que muy pocas MiPyMEs en el país alcanzan el nivel de productividad mínimo establecido por el Gobierno Federal que considera una pequeña empresa, en términos ideales, con un promedio de 30 empleados facturando 3 millones de pesos anuales cada uno, y una empresa mediana de 250 trabajadores que reportan a la organización un millón anual.
Para Joel Cano estos estándares están fuera del alcance de las empresas en México pues más del 70% requiere de apoyo en su gestión comercial, “no sabemos vender”, dijo, mientras más del 60% carece de un área formal de ventas, comercialización y mercadotecnia, además, señaló, “no hay financiamientos por eso la competitividad es un tema de vida o muerte”.
Si bien dentro del país existen programas de apoyo a las PyMEs el experto señaló que en otras partes del mundo, como en Europa, se ve a este sector como promotor del desarrollo, por lo que se pone interés en su crecimiento, “en Estados Unidos tienen una incubadora que les da apoyo financiero y fiscal y con ello el 90% sobrevive, en Japón, se invierte en innovación, además las incubadoras las meten a un proceso de cluster industrial”, afirmó.
En México las empresas basan su desarrollo en una ruta de crecimiento que por lo general comienza con un fondeo inicial proporcionado por familiares y amigos, si la idea funciona y el capital humano es el adecuado entonces se llega a la etapa de incubación donde se puede recurrir al apoyo financiero de ángeles inversionistas, luego de ello sigue la etapa conocida como aceleración donde se forma un capital estructural, finalmente si la empresa logra superar los obstáculos llega la última etapa de escalada donde alcanza su consolidación y puede recurrir a capital privado como bancos.
Sin importar el nivel en el que se encuentra la empresa Cano apuntó que el valor de un negocio o su índice de competitividad debe medirse con la suma del capital financiero más el intelectual, “si no somos productivos no somos competitivos”.
Por último el especialista recalcó que lo más importante si se quiere llegar a la cima es conservar a los clientes, no olvidar a quienes dieron vida al negocio desde el comienzo, “debemos tener la capacidad de relacionarnos con nuestros primeros compradores y empleados porque por lo general conforme se crece se aleja de ellos y viene una ruptura desfavorable para la empresa por eso hay que dar importancia a los trabajadores y clientes fieles”, concluyó.
Ariadna Cruz