Este tema podría resultar controversial, además de tener miles de enfoques o puntos de vista desde cuál abordarlo, sin embargo, me parece interesante el planteamiento que se hace desde el libro “La riqueza en la base de la pirámide” del profesor C. K. Prahalad, considerado el padre de la fortuna en la base de la pirámide.
Su planteamiento se basa en incluir a las cuatro mil millones de personas del mundo que hoy están consideradas en estado de pobreza, a un modelo económico en el que ellas mismas puedan generar recursos y sean quienes construyan mejores oportunidades para sí mismas.
El planteamiento arroja preguntas de todo tipo, desde la forma de hacerlo, por dónde comenzar, quiénes tendrían que ser los involucrados en ello, quién tendría que tomar la iniciativa, etc.
Es una realidad que deberían involucrarse actores diversos: gobiernos locales, nacionales, organismos internacionales, Organizaciones No Gubernamentales, Organizaciones de la Sociedad Civil, empresas grandes, medianas y pequeñas, la sociedad civil; la lista puede ser extensa, pero el planteamiento de Prahalad más allá de visualizar a los actores de apoyo, visualiza a las personas en estado de pobreza, como impulsores de su propia causa.
Esta visión va más allá del asistencialismo o la filantropía, deja de ver a estar personas como destinatarias de beneficios y las conceptualiza como personas con capacidad de trabajar y desarrollar habilidades que les permitan progresar desde el punto de vista profesional/laboral, y por supuesto, desde el punto de vista humano, por lo cual, las implicaciones éticas a considerar son importantísimas en este planteamiento.
Esta integración busca mejorar la calidad de vida de millones de personas, sin embargo, para que pueda comenzar a ser una realidad, se requieren personas y proyectos creativos en los que se pueda comenzar por generar interés en quien quiera ser parte de este cambio de paradigma, desde consumidores y ciudadanos mejor informados, hasta empresas que vean oportunidades en este segmento que representa nada menos que cuatro mil millones de personas, mas no se trata de adaptar sus productos y servicios a ellos, sino crear nuevas oportunidades en las que el enfoque sea hacia generar valor y por consecuencia, generar utilidades.
Las nuevas generaciones se enfocan cada vez más en pensar en soluciones como ésta, están pasando de ser emprendedores, a ser emprendedores sociales, y precisamente ese puede ser un buen punto de partida, situar la realidad de localidades o áreas específicas y comenzar a generar oportunidades desde las necesidades existentes.
Tal vez pensar en cuatro mil millones de personas, resulta demasiado grande, parece un problema sin solución, por lo cual pensar en problemas específicos de lugares específicos, puede comenzar a hacer una diferencia.
En México hay oportunidades en cada persona que vive en pobreza y hay gente que ya se encuentra trabajando en mejorar su calidad de vida, pero no es suficiente, entre más atención se ponga a estos temas y más oportunidades se puedan generar desde la premisa de un respeto por el entorno, estamos asegurando el futuro, es una inversión a largo plazo y estoy convencida de que puede ser un modelo de negocio rentable, con retorno de inversión social, ambiental y económica.
Escrito por: Carmen Carranza Pineda
Académica de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México.
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