Como su nombre la define, una empresa familiar está controlada por los miembros de una misma familia en lo que a capital y gestión se refiere.
Lo realmente decisivo a la hora de calificar una empresa como familiar son dos cosas:
–La capacidad de control, desde el aspecto político, es decir, que sobre la compañía puedan ejercer una o varias familias (empresa unifamiliar o multifamiliar, según el caso dependiendo de cuantas estén involucradas).
–El deseo de los propietarios de que la empresa continúe en manos de la propia familia mediante la incorporación de la siguiente generación familiar a la propiedad y, en su caso, a la gestión o al gobierno de la misma.
Para crecer la empresa familiar y que así pueda trascender a las siguientes generaciones es necesario tener una excelente administración.
Para lograr el objetivo anterior, los pasos básicos a seguir son:
1.-Delimitar perfectamente los roles de cada integrante de la familia dentro de la empresa.
2.-Profesionalizar a los miembros de la empresa-familia, para desempeñar bien su trabajo.
3.-Establecer una remuneración de a cuerdo al mercado, no por el rol desempeñado en la familia.
4.-Hacer un balance anual para así saber el estado financiero de la empresa.
5.- Reinvertir antes de sacar las ganancias y repartirlas entre los miembros de la empresa.
Tomando en consideración que el refrán señala: “Abuelos ricos, hijos pobres, nietos pordioseros”, Javier Quintana, Director General del Instituto de la Empresa Familiar en su Guía práctica para el buen gobierno de las empresas familiares; señala que es importante hacer un plan de sucesión mediante un protocolo familiar y a la par hacer conciencia en las nuevas generaciones de:
– El valor del dinero y la importancia de no derrocharlo.
– La necesidad de ahorrar para poder consumir o invertir en el futuro.
– Los criterios básicos a los que se debe ajustar la inversión del ahorro.
– El valor que tienen el esfuerzo, el trabajo propio y el de los demás.
– Qué implica ser un buen accionista.
– Qué no implica ser un buen accionista: trabajar obligatoriamente en la empresa.
Ahora bien, parte fundamental de cualquier empresa es el manejo del dinero y en muchas empresas familiares la situación financiera de la familia evoluciona paralelamente a la de la empresa, hasta el punto de que se convierten en habituales los préstamos entre ambas partes, pero en ningún caso deben dejar que una parte le contagie sus riesgos patrimoniales a la otra.
Las empresas Familiares pueden tener, por su propia naturaleza, dos fortalezas, que son ciertamente esenciales y diferenciales para todo tipo de actividad empresarial: la unidad y el compromiso para seguir adelante y creciendo.
Adriana Maass Saad