El panorama financiero latinoamericano ha experimentado una transformación digital sin precedentes en los últimos años, impulsada principalmente por el concepto de Open Banking, que está revolucionando la forma en que las instituciones financieras operan y se relacionan con sus clientes mediante la integración de datos, la innovación y la inclusión financiera. Esta tendencia, ya consolidada en mercados como Europa y Asia, ahora está ganando una fuerza significativa en los países hispanohablantes de América Latina, como México, Colombia, Chile y Argentina, que siguen los pasos del pionero Brasil en la región.
En el Open Banking, la premisa es clara: permitir que los clientes sean dueños de su información y elijan cómo, cuándo y con quién compartirla. Es decir, su esencia radica en el intercambio seguro de datos financieros entre instituciones con la autorización del cliente, creando un ecosistema interconectado que beneficia a todos los participantes. Este movimiento, aunque desafiante, abre un universo de oportunidades para las instituciones financieras que están dispuestas a modernizar su infraestructura y visión estratégica.
En este contexto, los principales reguladores de la región se han mostrado receptivos al modelo. En México, la Ley Fintech de 2018 abrió el camino para las primeras directrices sobre APIs abiertas y hoy ya se están discutiendo nuevas fases de implementación. Colombia lanzó su hoja de ruta para el Open Finance en 2021, mientras que Chile aprobó en 2023 su Ley Fintech, que incluye el Open Banking como eje estructural. Según un informe de FDATA LatAm, el avance regulatorio es desigual, pero irreversible, y todos los países que deseen mantener la competitividad de sus sistemas bancarios deberán acelerar la adopción de este enfoque.

Sin embargo, para que la promesa del Open Banking se materialice, es necesario superar barreras complejas. Los desafíos no se limitan a la regulación. Muchos bancos de la región aún operan sobre sistemas heredados basados en mainframes, cuya rigidez dificulta la integración con APIs, encarece el mantenimiento y reduce la velocidad de respuesta al mercado. La modernización tecnológica, por lo tanto, es la base para cualquier cambio de nivel exitoso.
La transformación digital ya no es solo una meta, sino un imperativo competitivo. A medida que las fintechs y los bancos digitales ganan espacio con propuestas de valor más ágiles y centradas en el cliente, los bancos tradicionales enfrentan una elección clara: modernizarse o perder relevancia. El Open Banking es el puente entre el legado del sector financiero y su futuro digital. Al permitir una integración eficiente con ecosistemas externos y socios, amplía las fuentes de ingresos y posibilita la creación de ofertas personalizadas e inclusivas, especialmente relevantes en una región con desafíos históricos de bancarización.
La cultura organizacional, sin embargo, debe acompañar la evolución tecnológica. Es necesario invertir en capacitación, adoptar metodologías ágiles y fomentar una mentalidad colaborativa. No se trata solo de cambiar sistemas, sino de repensar procesos y modelos de negocio desde la lógica de la interoperabilidad. La buena noticia es que el ecosistema latinoamericano, con su creatividad y capacidad de adaptación, tiene todas las condiciones para liderar este cambio.

A la luz de este escenario, adherirse al Open Banking es más que seguir una tendencia global: es responder a las demandas de un consumidor cada vez más exigente, digital e informado. Las instituciones financieras que inviertan ahora en su transformación estarán preparadas para capturar valor en un mercado cada vez más competitivo, regulado y orientado por datos, además de posicionarse para liderar la próxima era de servicios financieros en América Latina, una era marcada por una mayor inclusión financiera, mayor competitividad, innovación acelerada y experiencias del cliente verdaderamente personalizadas.
El futuro del Open Banking en América Latina es prometedor. Más que una simple tendencia tecnológica pasajera, se trata de una transformación fundamental en el paradigma de negocios del sector financiero latinoamericano. Con socios experimentados, capaces de unir tecnología de vanguardia con una comprensión profunda de las realidades locales, los bancos y fintechs podrán no solo sobrevivir, sino liderar. El viaje es complejo, pero la recompensa es clara: innovación, eficiencia, inclusión y crecimiento sostenible. El momento de actuar es ahora, y quien lidere esta transformación cosechará los frutos durante décadas.
Carlos Mattos es Chief Technology Officer Latam de GFT Technologies
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