La innovación es un medio, nunca un fin, para la mejora empresarial. El proceso de dirección empresarial comienza pues con una pregunta, ¿hacia dónde quiero llevar mi empresa?”, y termina con otra, “¿dónde he llevado mi empresa? Estas dos preguntas piensan respectivamente en objetivos y resultados empresariales, en ninguna de estas dos preguntas el directivo necesita pensar en innovación. Por ello, ser innovador nunca debe ser un fin en sí mismo para el directivo empresarial.
Eso sí, ser innovador posiblemente ayude a conseguir mayor crecimiento de ingresos, incremento de rentabilidad, liderazgo, satisfacción de clientes y valor para los accionistas. La innovación es el medio, no el fin.
Al ser la innovación un medio, para capitalizarla, una de las preguntas fundamentales a la que debe dar respuesta un empresario es cómo la innovación le ayudará a llevar su empresa hacia donde ha visualizado que debe estar mañana: ¿cómo puede la innovación ayudarles a llegar más lejos, mucho más lejos de donde piensan que deben y pueden estar mañana? La solución está en lo que nos gusta llamar Dreams Management, la gestión de los sueños empresariales.
El primer paso en el camino hacia el Dreams Management es el destierro de pensamientos negativos y barreras en el proceso de germinación de las innovaciones.
El empresario debe implantar en su proceso de innovación empresarial un protocolo que prohíba los “esto no se puede hacer”, “esto no sirve para nada” o “esto ya lo hemos intentado”. Ninguna opinión negativa, ninguna censura, ninguna barrera a la creatividad, ningún freno a la imaginación. Licencia para crear y romper, licencia para imaginar y soñar.
Cualquier idea es a priori buena. Ya habrá tiempo para demostrar (con rigor) que no era tan buena como se había pensado en un principio. De las visiones y afirmaciones más simples y alocadas han salido algunas de las innovaciones empresariales más brillantes. Las cuatro citas siguientes, ya históricas y notorias, ayudan a entender el mensaje que queremos lanzar aquí:
•“Este teléfono tiene demasiados defectos como para ser seriamente considerado como un medio de comunicación; el dispositivo no tiene ningún valor para nosotros” (nota interna de Western Union, 1876)
•“La caja de música inalámbrica no tiene valor comercial imaginable; ¿quién pagaría por un mensaje enviado a nadie en particular?” ( compañeros de David Sarnoff en respuesta a su insistencia para invertir en la radio en los años 20)
•“Creo que hay un mercado global para tal vez cinco ordenadores” (Thomas Watson, Chairman de IBM, 1943)
•“El concepto es interesante y está bien construido, pero para tener más que un aprobado, la idea debe ser factible” (Un profesor de la Universidad de Yale en respuesta al trabajo de Fred Smith que planteaba servicios fiables de expedición nocturna. Smith se convirtió en el fundador de FedEx).
Todo esto parece indicar que, en la innovación empresarial, hay que considerar la gestión de los errores afortunados como una verdadera y poderosa competencia clave empresarial.
Pero, en el camino hacia el Dreams Management pleno, hay que ir mucho más allá de este “está prohibido prohibir”. Cuando se crean las nuevas ideas innovadoras, el empresario debe impulsar su capital humano, y en particular su talento creativo, a pensar en grande y en global. El punto anterior ha puesto el énfasis en la necesidad de no poner límites a la imaginación.
En el Dreams Management, el directivo empresarial es necesariamente el maestro de ceremonias. Debe provocar y gestionar las disrupciones. Debe conseguir que todas las neuronas y energías de su capital humano y ecosistema de innovación, se polaricen hacia una única y sagrada meta: transformar en realidad sus sueños más grandes, globales y (aparentemente) inalcanzables. Sólo con ello conseguirá las disrupciones que necesita para transformar su empresa en una supernova de la innovación.
Marc Alba, Socio Director de Innovación de everis