Los activos físicos ya no son el único recurso crítico para las PyMEs, necesitan invertir en elementos no tangibles que les permitan diferenciarse para mantenerse en el mercado y crecer. Cuando la sociedad muestra un exceso de capacidad de producción, el elemento diferenciador de la PyMEs pasa del tangible al intangible, puesto que es un mercado saturado de bienes y servicios; la diferenciación ya no está en el producto en sí mismo, sino en el valor que genera la propia PyMEs en forma de marca, de calidad, de imagen o de saber hacer. Además, el importante desarrollo de las PyMEs de servicios y el creciente auge de las nuevas tecnologías las condiciona a crear intangibles como elementos potenciadores de su actividad productiva y como factores de supervivencia.
La importancia creciente de los activos intangibles de una organización está ampliamente reconocida. Activos intangibles como, por ejemplo, las inversiones en capital humano o en campañas de marketing o en la creación de una imagen de marca, los sistemas internos de gestión o la apuesta por nuevas tecnologías constituyen los elementos más diferenciadores del mundo PyMEs actual. Es tal la importancia que los activos intangibles están adquiriendo en las PyMEs, que en muchas ocasiones la inversión en intangibles representa el mayor activo de la empresa.
En este contexto, variables o áreas de conocimiento como la calidad, el medio ambiente, o la seguridad y la salud en el trabajo, que antes no se consideraban o que eran desechadas por el coste de su gestión, comienzan a ser incluidas ya a finales del pasado siglo como factores críticos para la supervivencia a largo plazo de la organización.
La Responsabilidad Social Empresarial también se puede encuadrar dentro de esta gama de activos intangibles como concepto aglutinador de muchos de ellos.
No solo se han modificado los factores y claves del éxito de los negocios, sino el propio comportamiento de los consumidores, cuyos gustos y preferencias se encuentran en permanente cambio y actualización. También se ha incrementado la presencia de competidores no tradicionales en todos los sectores de la economía, lo que obliga a incrementar la resiliencia de las organizaciones empresariales para reinventar de forma dinámica sus modelos y estrategias de negocio a medida que las circunstancias cambian.
Las PyMEs deben, además, rendir cuentas a la sociedad en relación con todos sus ámbitos de actuación y en todas las perspectivas de la sostenibilidad, dando lugar al concepto de “triple cuenta de resultados” relacionado con la provisión de información sobre el impacto social, ambiental y económico de su actividad.
Mtra. Claudia Bárcenas Cabrera, Académica de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México.
claudia.barcenas@anahuac.mx | @RSanahuac
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