Las Empresas B fueron creadas en el 2007 en los Estados Unidos por tres emprendedores a través de la organización B Lab. A mediados del 2018 había más de 2,650 Empresas B Certificadas en el mundo para mejorar su gestión social y ambiental. Operan en 150 industrias, en 60 países, y son empresas desde unipersonales hasta multinacionales. Dichas empresas asumen un compromiso de mejora continua y buscan la transparencia y medir sus impactos sociales y ambientales. A través de cinco áreas miden y analizan la organización con la finalidad de identificar los posibles puntos de mejora.
B Lab creó inicialmente tres herramientas, diseñadas por empresarios para empresarios, para acompañar el avance de una nueva forma de hacer negocios: la Evaluación de Impacto B, la Empresa B Certificada y B Analytics. Estas herramientas permiten a consumidores, empleados, proveedores, vecinos o inversionistas identificar a las empresas cuyos accionistas se han comprometido legalmente con un propósito de impacto positivo a largo plazo y con una gestión rigurosa de sus impactos sociales y ambientales. Las Empresas B Certificadas tienen tres características:
- Sus accionistas se comprometen voluntariamente a tener impacto positivo sobre la naturaleza y la sociedad, a cumplir con los estándares más rigurosos de desempeño social y ambiental, y gestionar sus impactos sociales y ambientales con el mismo rigor y transparencia que los financieros.
- Sus accionistas amplían legalmente su mandato fiduciario, para asegurar su compromiso de tener impacto positivo a largo plazo y lograr equilibrar el propósito con la rentabilidad.
- La empresa se somete a una evaluación externa de su gestión social y ambiental, y adopta una identidad pública que permite al mercado y a los consumidores, empleados, inversionistas, proveedores o vecinos reconocer el compromiso de mejorar su impacto social y ambiental.
Las más de 400 Empresas B latinoamericanas son en su mayoría pequeñas y medianas. De acuerdo a los datos de Sistema B de 2019, sobre un total de 401 empresas certificadas en América Latina de todos los sectores, el 84% tiene menos de 50 empleados.
En el momento de la innovación con propósito, la Responsabilidad Social Empresarial tiene varias opciones y es que en la medida que compitan sistemas y metodologías, las PYMES tendrán oportunidades de buscar la mejor opción de acuerdo a su propósito, visión, misión, objetivos y valores; permitiéndoles realizar una planificación estratégica donde puedan identificar los recursos potenciales de la organización para construir y ajustar las mismas capacidades, reconocer fortalezas y debilidades; proponer recomendaciones de desarrollo competitivo a mediano y largo plazo, determinar metas, formular estrategias y determinar acciones que conduzcan a una mayor competitividad para asegurar la sostenibilidad de la organización.
Dr. Federico de Arteaga Vidiella, Académico de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México
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