Startups vs. Pymes: ¿quién construye realmente la economía en México?

En los últimos años, el ecosistema de emprendimiento en México ha ganado protagonismo gracias a un puñado de startups que han logrado captar la atención de inversionistas globales y medios especializados. Nombres como Kavak, Bitso, Clip o Konfío se han convertido en estandartes de una nueva era digital en América Latina. De hecho, TechCrunch publicó recientemente un listado con las startups más valiosas de la región, encabezado por Rappi (5,250 millones USD), QuintoAndar (5,100 millones USD) y Creditas (4,800 millones USD). A ellas se suman otras como Nubank, Loft, Nuvemshop y la mexicana Kavak, valorada en más de 8,000 millones de dólares en su mejor momento.

Sin embargo, mientras el reflector se concentra en estas empresas de alto crecimiento, existe un sector que sigue siendo el verdadero pilar de la economía mexicana: las pequeñas y medianas empresas (pymes). Y es precisamente este sector el que suele quedar rezagado en el acceso a inversión, visibilidad mediática y respaldo institucional.

El rol vital de las pymes en México

Según datos oficiales de la Secretaría de Economía, las pymes representan el 99.8% de las empresas en México, generan aproximadamente el 72% del empleo formal y contribuyen entre el 52% y el 54% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. A pesar de estas cifras contundentes, las pymes enfrentan grandes obstáculos para su crecimiento, incluyendo dificultades para acceder a financiamiento, una alta carga fiscal y escaso apoyo tecnológico.

Mientras tanto, el ecosistema startup —que si bien representa innovación y oportunidad— apenas representa una fracción muy pequeña del PIB nacional. Aunque no existen cifras oficiales consolidadas del total de startups en México, se estima que hay alrededor de 4,000 startups activas en el país, muchas de ellas en etapas tempranas. Su contribución al PIB aún es marginal, pero sus historias de crecimiento acelerado, rondas de inversión multimillonarias y escalabilidad global acaparan la narrativa del emprendimiento moderno.

El sesgo del capital y sus consecuencias

El problema no está en reconocer el valor de las startups —sin duda son necesarias y muchas aportan soluciones innovadoras—, sino en que existe un sesgo evidente por parte de los inversionistas, gobiernos y hasta medios hacia este tipo de emprendimientos, en detrimento de las pymes tradicionales que sostienen el tejido económico y social del país.

Mientras muchas startups mexicanas han recibido rondas de inversión por decenas o cientos de millones de dólares, también ha quedado demostrado que el acceso a capital no garantiza resultados. No son pocos los casos donde, tras levantar fondos, algunas startups no logran cumplir con sus planes de negocio, presentar rendición de cuentas efectiva o, en el peor de los casos, terminan en cierres abruptos o escándalos financieros.

Este fenómeno ha puesto sobre la mesa la necesidad de una evaluación más rigurosa sobre el destino de los fondos de inversión, así como una reflexión profunda sobre a qué tipo de empresas se está apostando el futuro económico del país.

¿Y las pymes qué?

Las pymes, en contraste, son resilientes por naturaleza. Operan con recursos limitados, sobreviven a crisis económicas, sostienen empleos en las comunidades y dinamizan mercados regionales. Muchas de ellas están listas para crecer, innovar o digitalizarse, pero no cuentan con las herramientas ni con el acceso al capital que las grandes startups pueden obtener en un pitch de 10 minutos.

Es momento de cambiar la narrativa. El emprendimiento en México no puede ser sinónimo únicamente de startups tecnológicas. Debemos entender que la economía se construye también desde el taller mecánico, la panadería familiar, la empresa de logística, el despacho de diseño o la consultora especializada que lleva años operando con seriedad y compromiso.

Un llamado a los inversionistas y tomadores de decisiones

Desde el ámbito gubernamental, financiero y empresarial, es urgente replantear las políticas de apoyo al emprendimiento para incluir a todas las pymes como actores estratégicos del desarrollo económico. No se trata de quitarle mérito a las startups, sino de equilibrar el ecosistema para que todos los modelos de negocio tengan oportunidad de escalar, crecer y prosperar.

Programas de financiamiento accesibles, asesoría técnica, acompañamiento en procesos de digitalización y estrategias de comunicación son solo algunos de los recursos que pueden marcar la diferencia para miles de empresas que hoy operan con gran esfuerzo, pero poco respaldo.

Conclusión: más allá del hype

Las startups mexicanas seguirán siendo una pieza clave del ecosistema emprendedor, pero si queremos un país más justo, competitivo y sostenible, debemos dejar de romantizar únicamente el emprendimiento tecnológico y voltear a ver a todas las pymes que día con día construyen la verdadera economía nacional.

Es tiempo de que la narrativa del emprendimiento sea más inclusiva, más justa y más representativa de la realidad mexicana.

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