Dirigir una empresa no es tarea fácil, significa muchas cosas; tener la misión clara y compartida, determinar el plan de acción para lograrlo, idear la mejor organización, las políticas, su estructura, determinar qué personas son las más adecuadas para delegar en ellas, etcétera. Pero, sin duda uno de los puntos más complicados es el de organizar y administrar los gastos, vitales para el buen funcionamiento del cualquier tamaño de negocio.