El 20 de marzo se celebró el Día Mundial de la Felicidad, que conceptualmente puede sonar bello y esperanzador o es un buen día para empezar o seguir siendo felices. Pero, ¿qué es realmente la felicidad?
Podemos definir que existen dos tipos de felicidad, la primera tiene que ver con el aquí y ahora, aquella que se manifiesta en los individuos cuando se recibe una buena noticia, como cuando recibes una beca que querías o te dan de alta de alguna enfermedad.
La segunda es una felicidad un poco más a largo plazo, es aquella en la cual el individuo se siente satisfecho con lo que vive y se siente bien consigo mismo. Sin embargo, cabe resaltar que ninguna de las dos es un estado permanente. Como el Ying y el Yang, la felicidad tiene que coexistir con la tristeza, el enojo y el miedo.
Las anteriores emociones, que son consideradas en el cuadrante negativo, son completamente normales, sin embargo, en algunos casos, los más extremos, dejan de ser funcionales para convertirse en un verdadero problema.
Nuestro cerebro está programado para mantenerse alerta ante los peligros y por lo tanto tiene la capacidad de hacerte sentir miedo si estás en una situación de riesgo, lo que provocará que salgas huyendo o te protejas.
Nuestros niveles de felicidad o infelicidad, tienen que ver con nuestras expectativas, por ejemplo, si nunca has realizado un trabajo de jefe y esperas ser el mejor jefe en una semana, pero nadie te lo reconoce, sentirás frustración y por lo tanto sentirás que no sirves para el trabajo. Lo que debemos hacer es plantear lo que deseamos de manera realista y concreta: quiero ser un buen jefe y en un año subiré las ventas en un 15%. Ésa es una expectativa concreta.
El derecho a la infelicidad
Ahora bien, la sociedad parece obligarnos a ser felices todo el tiempo, que el objetivo en la vida es ser felices y no hay más. ¿Pero no tenemos derecho a sentirnos infelices? Claro, no sólo tenemos derecho, sino que es necesario para que funcionemos como seres humanos, tengamos aprendizajes nuevos y tomemos mejores decisiones.
La tristeza es inherente a nosotros, no es precisamente es el mejor camino para alcanzar la felicidad, pero nos hace funcionales. El camino más sano para estabilizar nuestra sensación de felicidad es determinar qué deseamos y trazar un camino realista para lograrlo.
Las personas en general tenemos un nivel estable de felicidad, para algunos es más alto y para otros más bajos, pero para las personas que se quedan en un nivel muy bajo casi todo el tiempo, remontar hacia la felicidad puede requerir de ayuda profesional para que comience a sentirse feliz consigo mismo y sea funcional en sociedad.
México es de los países más felices de América Latina.
Los contextos sociales y culturales de un país, también afectan los niveles de felicidad de las personas. En el último Informe Mundial de la Felicidad realizado por la iniciativa Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible de la ONU, Finlandia, Noruega y Dinamarca son los países más felices del mundo, cuentan con una buena economía, trabajos bien pagados, seguridad en las calles, educación y más, que son factores de oportunidad para que el individuo se desenvuelva mejor y se sienta más feliz.
México es el segundo lugar entre los países más felices de América Latina, sin duda suena extraño debido a nuestro contexto sociopolítico actual; el informe nos califica como “inusualmente felices” debido a los altos niveles de pobreza, violencia y falta de oportunidades. Sin embargo, la abundancia de naturaleza de las relaciones interpersonales características de los latinos, es un potente motor para que nos sintamos felices.
¿Qué hacer para ser felices?
No existe una respuesta definitiva para esto, mucho depende de nuestros contextos personales, sin embargo, podemos aconsejar lo siguiente:
1) Mantén a tus amigos y familia cerca, y asegúrate de que tu relación con ellos sea saludable.
2) Ponte expectativas claras, realistas y concretas, puedes soñar con ser astronauta, pero si la física no es lo tuyo, posiblemente la NASA nunca te llame.
3) No compares tu vida con la de los demás, cada quien vivimos y sentimos cosas distintas, lo que viva el otro puede inspirarte, mas no deprimirte.
4) Atrévete a hacer cosas nuevas, las experiencias novedosas rompen la rutina y le darán un empujón a tu felicidad.
5) Permítete sentirte triste cuando la ocasión lo amerite, vivir un duelo o llorar es bueno para que el cuerpo se desahogue y comience el proceso de superación.
Recuerda, si necesitas apoyo emocional, no dudes en contactar a un profesional de la salud mental, tomar terapia puede encaminarte a sentirte feliz y afrontar la vida con una mejor perspectiva.
Por. Dra Yara Brom, Licenciada en Psicología con maestría en Psicología Clínica, terapeuta EMDR, coach y psicoanalista
Recuerda dejarnos un comentario
Da click aquí para ver nuestra nota recomendada
Te compartimos el siguiente vídeo: