David Anguiano siempre deseó convertirse en un hombre productivo, con un trabajo donde pudiera demostrar las habilidades obtenidas durante años dedicados al estudio. Sin embargo, cuando llegó la hora de solicitar empleo, nadie pudo mirar más allá del Síndrome de Dawn que padece y le cerraron las puertas. Fue entonces que su familia decidió abrir la que hoy se ha convertido en una exitosa empresa, dedicada a la fabricación de piñatas por jóvenes con alguna deficiencia mental.
El lugar lleva por nombre Taller Pro Discapacidad (Tallprodis), y su apertura se concretó en 1999, con el apoyo de tres familias que también vivieron situaciones de discriminación.
Ya que el trabajo realizado es fundamentalmente manual, Silvia Ojeda, madre de David, reconoce que la consolidación en Tallprodis ha sido un proceso lento, pero que ha superado sus expectativas.
Y es que, tan sólo a un año de su apertura el taller se constituyó en asociación civil, e ingresaron jóvenes con discapacidad motriz y debilidad visual.
Actualmente, genera empleos directos para 19 muchachos y sus padres, que abastecen cuatro dulcerías y un supermercado, además de eventos organizados por el gobierno en Baja California, para celebrar fechas como Navidad.
“El trabajo de los chicos es nuestro orgullo. Ellos logran cosas maravillosas. Incluso algunos, con discapacidades físicas, ya se encuentran contratados en otras empresas”, asegura doña María de los Ángeles, otra fundadora del taller.
Las ganancias obtenidas por cada venta son repartidas íntegramente a los jóvenes, quienes todas las quincenas reciben su cheque y la orientación necesaria para gastar su dinero en cosas útiles para ellos y sus familias, así como en actividades y paseos recreativos.
Por la dedicación que han mostrado para hacer crecer su negocio, en 2004 los fundadores de Tallprodis recibieron 100 mil pesos como apoyo de FONAES; dinero que invirtieron en materias primas para incrementar su producción. Así mismo, recibieron capacitación empresarial con la que pudieron definirse bajo conceptos meramente empresariales.
En el futuro se planea que el taller crezca, mediante la construcción de una villa especial, donde los jóvenes que se queden sin padres o tutores podrán trabajar y vivir, convirtiéndose en personas completamente independientes.
Karina Hernández Barrera