El año pasado tuve la oportunidad de presentar la propuesta que a continuación se describe, cuyo objetivo es promover el crecimiento competitivo del país, y que fue realizada por el Comité Técnico Nacional de Competitividad, Calidad y Tecnología de Información del IMEF que en ese momento tenía el honor de presidir.
México ha sufrido un largo periodo de casi 30 años de bajo crecimiento económico y caídas constantes en su productividad. Entre 1981 y 2009, el PIB ha crecido 2.2% promedio anual; insuficiente para satisfacer las necesidades de la población. ¡Cada año que el PIB crece por abajo del 5% generamos más pobres!
Entre otros problemas, este estancamiento es el resultado de políticas que restringen la demanda y que han sido muy ineficaces en estimular la oferta. Nuestros gobiernos han buscado afanosamente la estabilidad de precios, esperando que una vez lograda, el crecimiento reduzca la pobreza.
Después de tantas promesas incumplidas, es necesario un planteamiento diametralmente distinto. Existen estudios que demuestran que la desigualdad es una de las causas del bajo crecimiento de México (Guerrero, López-Calva y Walton, 2006) Sólo combatiendo la pobreza podremos salir de este largo periodo de estancamiento.
Para fortalecer nuestra competitividad es imprescindible estimular la demanda interna, elevando los ingresos y el poder de compra de los trabajadores, a través de acuerdos de compensación por resultados en las organizaciones del país.
La paga por resultados es el medio ideal para desatar el crecimiento productivo y combatir la desigualdad en el país, sin acelerar la inflación. El IMEF ha demostrado que las organizaciones que adoptan las mejores prácticas de compensación por resultados generan mayores rendimientos para sus inversionistas. En una palabra, adoptando estas prácticas todos ganamos, los trabajadores, los inversionistas y el país.
Si establecemos metas concretas de mejoras en las prestaciones y calidad de vida de los trabajadores, derivadas de aumentos de la productividad, podremos también lograr los consensos para llevar a cabo aquellas reformas estructurales, que exigen sacrificios del gobierno, los empresarios, los trabajadores y la población.
Por otro lado, la compensación por resultados exige una verdadera reforma empresarial; una de las reformas estructurales que requiere el país y que es frecuentemente olvidada. Para que los acuerdos de productividad tengan éxito se necesitan empresarios y trabajadores visionarios, innovadores, transparentes y comprometidos con el desarrollo del país.
Para lograr el crecimiento productivo de sus organizaciones, los empresarios deben de invertir no sólo en infraestructura sino también en:
– Innovación
– Capital humano y
– Tecnologías de información y comunicaciones (TIC).
Para alinear todos estos recursos y lograr las metas de crecimiento productivo, los empresarios deben adoptar otras de las prácticas que distinguen a las organizaciones más competitivas del mundo; la colaboración, la medición de resultados y la transparencia:
– Para que las metas se alcancen deben reflejar un balance de los intereses de la organización y ser abrazadas por todos (colaboración).
– Para que los resultados sean aceptados se deben implantar métodos confiables de medición, aceptados por los involucrados (medición de resultados).
– Para que los acuerdos de compensación por resultados sean viables, debe existir confianza en la organización; para ello, los empresarios deben adoptar las mejores prácticas de transparencia y rendición de cuentas (gobierno corporativo).
El gobierno debe por su parte, realizar las reformas estructurales que le corresponden, todas ellas buscan minimizar los riesgos y asegurar las mejores condiciones para los consumidores y los inversionistas. Por un lado, las condiciones básicas como la seguridad física y jurídica, la estabilidad macroeconómica, la infraestructura y la educación y por otro, las reglas para la competencia y el funcionamiento eficiente de los mercados.
El gobierno mexicano y las instituciones financieras nacionales e internacionales, podrían además financiar las primeras etapas de los acuerdos productivos para elevar las prestaciones de los trabajadores y apoyar las inversiones que se requieren en las primeras etapas, antes de que los resultados sean evidentes.
Sin duda, el gobierno tiene un gran papel que jugar para catalizar los acuerdos entre trabajadores y empresarios; pero son los empresarios y los trabajadores los que deben conducir la reforma empresarial que desate el crecimiento competitivo del país.
Conclusión
Nuestra propuesta pretende generar riqueza mejorando el poder adquisitivo de los trabajadores, a través de acuerdos de productividad y paga por resultados. Para que estos acuerdos tengan éxito se requiere una verdadera reforma empresarial, que exige la adopción de las prácticas que distinguen a las mejores organizaciones del mundo. El gobierno debe establecer por su parte, las condiciones para promover la inversión y asegurar la eficiencia de los mercados.
Ricardo Zermeño González, Director General de Select México
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