La Cámara de Diputados, recientemente, “sugirió” la desaparición de la contabilidad electrónica. De aprobarse, se pondría en riesgo la modernidad de la recaudación en el país.
Es un hecho: se habla ya de la posibilidad de desaparecer la contabilidad electrónica en México.
Al menos así se permea en algunas esferas del gobierno, luego de que se diera a conocer el nuevo Plan Nacional de Desarrollo (PND) en abril pasado. Y es que después de aprobarse, la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados, enumeró algunas “recomendaciones” referidas -directamente- al ejercicio fiscal en el país.
En sus comentarios acerca de la actividad recaudatoria, el grupo de legisladores menciona: “el Sistema de Administración Tributaria (SAT) es una de las autoridades que más avances tecnológicos ha introducido en el cumplimiento de las obligaciones. Ello ha implicado una inversión de recursos importante tanto para el Estado como para el contribuyente… “
Después de este punto, se enuncia una crítica hacia el proceso fiscal en México: “ Sin embargo, no se ha simplificado el régimen de cumplimiento de obligaciones. De hecho las horas invertidas en éste se han incrementado.”
Al respecto, los legisladores refieren una serie de consideraciones a tomar en cuenta. En este sentido, la que más llama la atención es: ”se sugiere eliminar la contabilidad electrónica , dada la implementación del Comprobante Fiscal Digital por Internet (CFDI) y complemento de pago”.
¿Qué significa ésto? Creo que -a priori- no implica entrar en alarmismos; aunque tampoco excluye darle poca importancia a este tema. Para contextualizar, analicemos un poco la historia de la contabilidad electrónica en México: Desde 2014 para personas morales y 2015 para personas físicas, el SAT la estableció como una obligación fiscal para todos los contribuyentes.
De inicio, este anuncio no fue bien visto por todos los contribuyentes. En ese entonces, incluso, varias compañías se ampararon para no presentarla. De ahí que, hasta la fecha, la labor de la Secretaría de Hacienda ha sido “titánica” para su implementación a nivel nacional.
Actualmente, empresas de todo el país reportan sus ventas, nóminas, compras, viáticos y pagos, a través de la facturación electrónica. Así, este cambio en la forma de cumplir con las obligaciones fiscales, ha permitido que la labor de la contabilidad se haya mejorado. Incluso, muchas compañías y representantes de este sector (del cual pertenezco), hemos impulsado su popularidad a través de diferentes tipos de software y recursos tecnológicos.
En mi experiencia, esta decisión impactaría -de forma clara y negativa- en las empresas mexicanas. Por ejemplo: la contabilidad electrónica mantiene un orden para clasificar la información contable, fiscal y financiera; también, ayuda a tener una visión de saldos iniciales y saldos finales, en cuanto, ingresos y egresos, a fin de tomar mejores decisiones de negocio; incluso, introduce mejores prácticas de control.
Entonces, ¿por qué considerar eliminarla?, ¿qué beneficio traería hacerlo? Hasta ahora, esto es un planteamiento ya que no existe legislación para aplicarla. A este respecto, considero, la propuesta consistiría sólo en eliminar la entrega forzosa de la Contabilidad Electrónica; sin quitar la obligación de hacerla.
Y es que, hoy en día, la tendencia es a la digitalización. Eliminar -totalmente- la posibilidad de un contribuyente de elaborar la contabilidad de esta forma, interrumpe este avance; además, se tendría que recurrir -de nuevo- al almacenamiento de papel, renta de bodegas y logística para llevar un “orden” de esta información. También, con esto, es obvio que para la Secretaría de Hacienda resultaría sumamente compleja la localización del tratamiento contable que el contribuyente dio a cierto gasto.
Por ejemplo: hoy en día, la Contabilidad Electrónica cuenta con un catálogo de dígitos estándar que permiten identificar, entre diferentes empresas y entre el mismo SAT, los tipos de operaciones. Bajo este panorama, el contribuyente tiene el “derecho” de presentar su contabilidad de forma electrónica. Con esto, tiene la oportunidad de cumplir con sus obligaciones de una forma moderna, de acuerdo con las tendencias mundiales. Es importante mencionar que, mientras esta iniciativa no esté aprobada por el Congreso y no exista una publicación oficial a la reforma correspondiente, se sigue manteniendo la obligación de presentar esta información conforme se ha venido haciendo.
Por su parte, lo que ha resultado -verdaderamente- oneroso y molesto, por parte de la autoridad hacendaria, es la presentación de información fiscal en forma mensual. Esto porque la administración pública -en un primer análisis- no requiere la contabilidad, (sí lo hace cuando realiza una auditoría más a fondo), puesto que, como dice la idea dentro del Plan de Desarrollo, ya cuenta con los CFDI de Ingreso o CFDI de Pago.
De hecho, como ya lo he referido en otros espacios, es necesario considerar la aprobación de una nueva Reforma Fiscal que contemple, entre otros puntos, una mejor recaudación; sin embargo, apelar por frenar la modernización en la tarea tributaria, detendría lo que se ha logrado en los últimos años.
Habrá que estar pendiente de lo que ocurre en este tema. A México, sin duda, le conviene promover la inclusión de más contribuyentes y reforzar el cumplimiento de las obligaciones fiscales. No hacerlo, insisto, pondría en riesgo la estabilidad económica de México.
Al tiempo.
Por: Eduardo Pérez, director general de CONTPAQi
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