De manera increíble pero tradicional, la educación que recibimos descuidó, y aún lo hace, el cultivo de nuestra madurez y nuestro equilibrio emotivo. Sin embargo, no podemos volver atrás y comenzar a formarnos nuevamente desde el principio. Si hemos de mejorar, hemos de empezar a partir de este momento, de este laberinto en que nos hallamos, de este estado de confusión emocional que a algunos se les puede presentar como enorme y pesado.
Penetrar en el campo del equilibrio emotivo es muy sencillo y, aún más, constituye una experiencia vigorizante y alegre. Podemos comenzar a convertir las inmadureces en madureces, casi de inmediato. Es un hecho que podemos comenzar en este mismo instante.
Existe un control consciente del pensamiento. Deténganse un momento a considerar esta perspectiva: Una educación adecuada le ha enseñado a una persona a pensar según cierta orientación bien definida, y a adoptar ciertas actitudes bien definidas ante situaciones que a otro personaje, que no recibió la educación indicada le habrían inspirado pensamientos y actitudes generadores de miedo, aprensión, desaliento y tras emociones igualmente perniciosas Habiendo sido adiestrado por el tipo de educación adecuada, a la mente de la primera persona acuden, sin necesidad de control de la conciencia, actitudes sanas y formas de pensar sanas: gracias a dicho adiestramiento, tales formas de pensar, tales actitudes, surgen espontáneamente en el momento oportuno.
A esta estrategia se le llama control consciente del pensamiento. Podemos orientar el pensamiento hacia la dirección que deseemos. Lo importante es saber cómo y hacia qué dirección hay que gobernar el pensamiento para acercarnos la madurez y al equilibrio emotivo.
Se dice y se escribe fácilmente, de manera simple; pero es cierto que seguir estás indicaciones simples no siempre resulta fácil; en muchas ocasiones, seguirlas le costará un esfuerzo considerable. Pero dado que ello afecta a la parte más importante de la personalidad (madurez y equilibro emocional), y puesto que afecta al elemento más importante de la vida (la felicidad) y dado que afecta directamente a la salud, el esfuerzo requerido vale, definitivamente, mucho más de lo que cuesta. De este modo, ¿hacia qué ruta debemos dirigir nuestros pensamientos?
El pensamiento clave que debemos tener constantemente, ondeando en nuestra conciencia es: “voy a mantener mi pensamiento y mi actitud, tranquilos y contentos, desde este mismo instante”.
Este pensamiento ha de mantenerse siempre vivo en la mente, repitiéndolo una y otra vez hasta que se fije permanentemente y persista sin necesidad de un esfuerzo consciente. Del mismo modo que nos movemos siempre en el momento presente, ha de estar siempre acompañado por el pensamiento: “Voy a mantener, mi pensamiento y mi actitud, tranquilos y contentos, desde este mismo instante”.
Es importante experimentar emociones sanas en lugar de emociones negativas. Al principio, podemos encontrarnos siguiendo la inercia, empezando a enojarnos por algo, o que ya estamos irritados o trastornados antes de recordar decirnos a nosotros mismos: “Voy a mantener, mi pensamiento y mi actitud, tranquilos y contentos, desde este mismo instante”. A medida que lo practiquemos le tomaremos la delantera a la tensión con este pensamiento clave y sabremos detener el descenso hacia las emociones desgastantes.
En uno y otro caso, en el momento en que recordemos: “Voy a mantener, mi pensamiento y mi actitud, tranquilos y contentos, desde este mismo instante” cerraremos el paso a los pensamientos que engendran la tensión emotiva y pondremos en marcha una cadena de pensamientos generadores de emociones saludables.
Extracto de La Narrativa del Conocimiento, autor Fernando de Alarcón.
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