Aún y cuando existen indicios que avizoran el inicio del fin de la crisis, éstos también han señalado que la recuperación de la economía mundial será lenta. Ante este panorama, expertos de Deloitte México recomiendan tener más precaución al momento de invertir, ya que con la recesión se incrementan los fraudes financieros.
En el caso de nuestro país, Jorge García-Villalobos, socio de Investigaciones Forenses en Deloitte México, señala que se ha notado un aumento en la defraudación. “Lo que está ocurriendo en los últimos meses es que, debido a la crisis, las empresas empiezan a pasar por problemas económicos, y algunas buscan obtener recursos de donde sea para poder cumplir sus obligaciones, lo que puede llevarlas a realizar transacciones poco confiables”, explica. “También pasa que en una etapa de recesión, el público inversionista comienza a requerir su dinero y, en ese momento, cuando resulta que no hay fondos, con frecuencia se pone en evidencia alguna irregularidad, ya sea premeditada o no”, añade.
Por otro lado, sucede que algunas inversiones no se realizan con la suficiente cautela. “La difícil situación económica hace que la gente confíe, bajo la promesa de obtener rendimientos muy atractivos, en entidades y/o personas que operan de manera independiente en el ámbito de las finanzas. Después se descubre que se trataba de una estafa piramidal o que el capital fue colocado en paraísos fiscales o en portafolios de otros países”, señala García-Villalobos. “Y el problema empeora porque las inversiones en el extranjero escapan a la jurisdicción mexicana, lo cual deja al inversionista prácticamente sin protección legal”.
Focos rojos
Aunque las medidas para evitar el fraude varían según la operación, existen señales que alertan sobre si la inversión puede ser una estafa.
“Si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea”, indica Guadalupe González, director de Investigación Forense en Deloitte México. “Una compañía de servicios financieros que ofrece rendimientos muy por encima del promedio de las instituciones consolidadas, y además dice que no hay ningún riesgo en la inversión, debe ser tomada con cautela”, advierte.
Otro punto a tomar en cuenta es que el costo de operación de la entidad sea excesivo, a pesar de tener poco tiempo en el mercado. “Habría que evaluar si esas condiciones corresponden a un negocio sano, porque el financiamiento puede venir directamente del bolsillo de los inversionistas”, explica González.
García-Villalobos añade en este tema que, en el caso de los llamados defraudadores de cuello blanco, éstos tienen un perfil muy específico: “son personas educadas en finanzas, con un coeficiente intelectual elevado, que cuentan con buenas cartas de referencia, y que están bien relacionadas en el ámbito financiero, social y político. Además, en la mayoría de los casos, los promotores de su negocio son amigos suyos”.
Investigar, para prevenir el fraude
Para evitar el fraude haría falta mayor precaución por parte del público inversionista, precisaron los expertos de la firma asesora. Si un empresario piensa invertir, es decir, su capital, su patrimonio, debería conocer a fondo a quien le va a confiar su dinero. Tiene que investigarlo a profundidad, revisar sus antecedentes, saber cómo se constituyó la empresa desde el punto de vista legal, analizar en cuánto tiempo se posicionó en el mercado, verificar si realmente cuenta con autorización para captar los recursos de los particulares, etc. “En resumen, llevar a cabo un análisis de riesgos”, puntualiza García-Villalobos. “La dificultad radica en que no siempre las entidades tienen la obligación de hacer pública su información. En ese caso, no está de más acudir a asesoría experta que realice una investigación integral de los antecedentes de la empresa en cuestión”.
Respecto a los contratos de inversión, la clave es analizar a conciencia el documento que se va a firmar: verificar quién es la contraparte que suscribe; dónde quedará registrada la inversión; cuáles son los derechos y obligaciones de las partes; cuál es la legislación y la jurisdicción aplicables a la operación que se contrata; qué procedimientos aplican en caso de irregularidades, etc.
De igual modo, se recomienda contar con un portafolio diversificado, de modo que el inversionista pueda tener la seguridad y la tranquilidad de que si una de las operaciones no funciona, no va a perder todo su capital.
Detección y control
La probabilidad de que una empresa se vea afectada por esta problemática es bastante alta. “En la experiencia de Deloitte, hasta en el 60 por ciento de las compañías se cometen fraudes de mayor o menor envergadura, ya sea hacia dentro o hacia fuera de la organización”, apunta García-Villalobos, agregando que: “De los casos que se detectan, reportan y persiguen al interior de las empresas, sólo uno de cada cien se llega a sentenciar por la Autoridad”.
Considerando además que la defraudación puede darse de manera interna o externa, y que para que exista debe presentarse una ocasión propicia, entonces “la cuestión se convierte en una buena oportunidad para revisar todas las actividades de la empresa, incluyendo aquéllas que en tiempos prósperos no son fuente de conflicto. Lo anterior, porque el defraudador aprovecha la falta de controles”, explica García-Villalobos. Desde el ejecutivo que malversa activos, manipula los estados financieros o se presta a actos de corrupción, hasta quien busca sacar provecho de fuentes externas, como clientes, inversionistas, bancos, proveedores, etcétera.
Es por eso que el tema también es un área de oportunidad para las autoridades en la materia. “No se trata tanto de hacer más regulaciones, sino de ejecutar los controles de manera más eficiente, o de crear nuevos mecanismos que fomenten la transparencia de las operaciones”, comenta el experto. “Por ejemplo, existe la iniciativa de que las entidades financieras no bancarias reporten su información crediticia a un buró. Esto tendría un impacto positivo, porque si dicha información fuera pública, habría mayor vigilancia sobre los mercados”, concluyó Jorge García-Villalobos, socio de Investigaciones Forenses de Deloitte.
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