El Barómetro de Empresas Deloitte, la encuesta que muestra las percepciones de la comunidad de negocios de México, ha presentado los resultados de su décima edición con datos al mes de junio del 2009, entre los que se muestran pronósticos más positivos entre el empresariado mexicano, lo que hacen suponer un mejor futuro para sus empresas. La evaluación promedio a un año del clima de inversiones a, la disponibilidad del crédito, el empleo, la seguridad y la situación económica es de 71 puntos, 13 más que marzo de este año y 39 más que en el último trimestre del 2008.
En este creciente y cauteloso optimismo, los empresarios destacan que dentro de un año las empresas prevén un esfuerzo importante en ajustar los precios de sus bienes y servicios para poder competir en este escenario de mejora. Mientras que en este mes de marzo 43.2% de los ejecutivos señaló que a un año subiría sus precios, ahora, en junio sólo lo haría el 31.2%.
Esta es la única variable de las seis evaluadas (producción, salarios, rentabilidad, capacidad, empleo, precios) que muestra una constante tendencia a la baja y no muestra recuperación alguna desde el Barómetro de julio del 2008. Al iniciar la recuperación del crecimiento frente a una crisis, las variables de operación deben ajustarse para ser competitivas en un entorno que además no será el mismo, y sin duda los empresarios están considerando aplicar mayores eficiencias.
Después de que en las encuestas de diciembre de 2008 y marzo de 2009 los ejecutivos ajustaron sus previsiones a la alza en materia cambiaria, los resultados de esta última encuesta permiten suponer que los empresarios prevén la estabilización del tipo de cambio. Mientras que en marzo de 2009, el 93.2% de consideraba que, dentro de un año el precio del dólar estaría por arriba de 13 pesos, ahora, en junio de 2009, sólo el 89.4% lo considera así.
Aún cuando la recesión en los Estados Unidos sigue siendo señalada como una amenaza para la actividad económica (53.4%), un mayor número de participantes considera a los factores internos, concretamente la inseguridad (24% en junio vs. 17.7% en marzo) y los desacuerdos políticos (14.6% en junio vs. 6.6% en marzo) como obstáculos evidentes para el crecimiento económico del país.
Sin duda las acciones que tome el nuevo congreso frente a los acuerdos y coincidencias que requiere el país, dejando ya la etapa de competencia política por las elecciones, podrá cambiar este factor de percepción en futuros meses.
2 También es interesante como se recogió una tendencia en el aumento de la preocupación de los empresarios frente a la caída de los precios del petróleo (de 2.1% en marzo a 5.5% en junio), reflejando el mismo nivel que diciembre del 2007.
Barómetro de Empresas ha identificado cómo se ha elevado en 10 puntos porcentuales en un trimestre la percepción de los empresarios sobre el desempeño de la actual administración federal en reducir la inseguridad, pasando de 27% en marzo a 37% en este junio. Podemos concluir que aunque es una preocupación creciente, como se mencionó anteriormente al exponer las amenazas del país, sí se
reconoce que el gobierno ha actuado en este rubro.
Adicionalmente, conviene señalar que “mantener la inflación bajo control” fue, una vez más, el aspecto mejor evaluado por los directivos acerca del desempeño del gobierno por segundo trimestre consecutivo (62%), calificación que tiene una tendencia positiva desde diciembre de 2008.
De hecho, en relación a la inflación anual esperada, se perciben menos presiones a futuro, en la encuesta de junio los ejecutivos consideran que las presiones inflacionarias podrían descender, por lo que sólo el 58.6% prevé una inflación superior al 5%, una disminución importante considerando que tres meses antes así lo expresó el 67%. Hay que recordar que ante un escenario previsto de eficiencia en precios para ser más competitivo ante la recuperación, la actividad inflacionaria se mantendría bajo control.
No obstante que hay un mayor optimismo en relación con el futuro de las empresas, los retos continúan. Algunos son estructurales vinculados con el mediano y largo plazo, y otros son de carácter coyuntural, como el brote del virus de la influenza y la emergencia sanitaria decretada en consecuencia. En la encuesta de junio se realizó un sondeo especial para explorar las principales percepciones y efectos entre los ejecutivos del país sobre este evento extraordinario en materia de salud y continuidad de los negocios. Esta situación tomó por sorpresa a muchas empresas que no contaban en ese momento con planes y/o programas de continuidad del negocio ante una situación de contingencia.
La mayoría de las empresas (82.5%) fue afectada negativamente en alguna medida por la contingencia sanitaria y cerca de la mitad (45.8%) disminuyó sus ventas o sus ingresos. Poco más de un tercio (37.5%) no estaban preparadas para hacer frente a esta situación.
Al solicitar una descripción de las principales acciones que los empresarios aplicaron (o que incluso emprenderán en caso de un rebrote) para enfrentar los retos derivados de la pandemia, resulta claro que la concentración primaria está en materia de higiene e información, situación positiva, pero existen pocos elementos desarrollados para mantener la continuidad del negocio y de la actividad productiva, tales como el contacto con clientes vía remota o el trabajo a distancia.
Una vez más, Deloitte hace una reflexión sobre la importancia de planear y establecer acciones de emergencia tendientes a no sólo cuidar al personal, motor de las empresas, sino a evaluar toda la estructura operativa, legal y comercial de los negocios -sin importar su tamaño o giro- para asegurar la persistencia de su fuente de ingresos y la subsistencia misma del negocio en una nueva situación de epidemia.
Deloitte