Bajo el concepto de higiene mental se entienden todas las actividades que buscan la creación de un ambiente donde existe la prevención de comportamientos inadecuados, la preservación y el desarrollo del ajuste psicológico y el alivio del desajuste. La salud mental o el estado mental se refiere al estado de equilibrio entre una persona y su entorno socio-cultural, lo que garantiza su participación laboral, intelectual y de relaciones para alcanzar un bienestar y una buena calidad de vida.
Se puede definir a la salud mental como un estado de bienestar emocional y psicológico en el cual el individuo es capaz de hacer uso de sus habilidades emocionales y cognitivas, funciones sociales y de responder a las demandas ordinarias de la vida cotidiana. El cuidado de la salud es fundamental para el trabajo interior: hay que cuidar no sólo el alimento y la higiene física, si no también el alimento y la higiene mental. El pensamiento positivo le ayuda a uno a estar mejor, el pensamiento negativo, empobrece el espíritu y consume grandes dosis de energía.
La acción preventiva se puede ejercer en un plano individual o en un plano social o colectivo. Para lograr un buen estado de salud mental, uno deberá principalmente permanecer físicamente sano: el equilibrio fisiológico y el regular las funciones más importantes es condición previa; ya que los desórdenes nutritivos y metabólicos provocados por errores dietéticos o por la ingestión de sustancias tóxicas favorecen la aparición de alteraciones tanto orgánicas como psíquicas.
La conservación de la salud mental le concierne a cada individuo como una actividad de la que se debe ocupar a diario: los hábitos de higiene mental. La salubridad de los hábitos psíquicos se cierne hacia adentro: el manejo del pensamiento positivo y la imaginación creativa, produciendo equilibrio interno. Otros comportamientos tienen carácter psico-social, tales como la catarsis emocional y la valoración positiva de los rasgos propios y ajenos, que resulta confirmatoria de la valía de cada persona, necesaria para poder integrar la autoestima y configurar la identidad personal.
La persona es la única responsable y la creadora de su bienestar: cuidar la higiene mental es una labor personal diaria, un hábito que hay que adquirir y una responsabilidad para consigo mismo y para los que los rodean. Es el “yo” quien “decide” enfermarse mentalmente, procurándose tóxicos mentales, y también es el “yo” quien “decide” cuidar su estabilidad psicológica o curarse, favoreciendo su higiene mental.
En un ejemplo de modelo del bienestar -desarrollado por Myers, Sweeny y Witmer- se incluyen las siguientes cinco áreas vitales: 1) Esencia o espiritualidad, 2) Trabajo y ocio, 3) Amistad, 4) Amor y 5) Autodominio; además de doce sub-áreas: 1) Sentido del valor, 2) Sentido del control, 3) Sentido realista, 4) Conciencia emocional, 5) Capacidad de lucha, 6) Solución de problemas y creatividad, 7) Sentido del humor, 8 ) Nutrición, 9) Ejercicio, 10) Sentido de autoprotección, 11) Control de las propias tensiones, 12) Identidad sexual e identidad cultural.
Todos estos puntos son identificados como las principales características de una funcionalidad sana y los principales componentes del bienestar mental. Además, es recomendable serenar la mente ayuda para que nuestras palabras sean justas, fluidas y armoniosas, y, a su vez, no malgastar la vida en innecesarias preocupaciones mentales.
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