También se les conoce como “vividores”, porque tienen arte, mucho arte en la picaresca del buen vivir. Hay que reconocerles su mérito, ya que son una minoría privilegiada, respecto a la gran masa de los ciudadanos. Se saben hasta la última coma del “Lazarillo de Tormes”; y lo llevan a la práctica como si del mismo personaje se tratara.