En México no existe un tratamiento fiscal específico, mucho menos especial, para los agentes económicos, personas físicas, unidades económicas y empresas dedicadas a la producción o al comercio de bienes o servicios culturales. Es decir, el régimen fiscal al que están sometidas las industrias culturales es, en el mejor de los casos, el mismo que para el resto de las personas físicas o morales. Se apunta que en el mejor de los casos, porque varios de los demás sectores de la economía reciben y se benefician por tratamientos de privilegio por parte del fisco.
Tal es el caso de la industria maquiladora, que cuenta con apoyos para capacitación especializada de su mano de obra, tratamiento fiscal especial para la internación de sus insumos y maquinaria y equipo, así como para la exportación de sus productos terminados, infraestructura específica para la movilización de su mano de obra, insumos y productos, etc.
Sabemos hoy que la actividad cultural, además de todos sus atributos intrínsecos como sonlos elementos espirituales, estéticos y morales, constituye en sí misma un sector de actividad económica que debemos reconocer para otorgarle un tratamiento respetuoso de eso precisamente, de sector económico. Sabemos también dos cosas muy importantes.
Primero, que las actividades económico-culturales constituyen en sí mismas un sector de actividad económica, con personalidad propia y que por lo tanto, requieren de condiciones para su operación, semejantes a las que gozan los demás sectores económicos. Segundo, que este sector constituye en sí mismo un motor de crecimiento y de desarrollo económicos, como lo refleja su elevada participación en el PIB, la alta productividad de sus numerosos trabajadores brindando al país ventajas competitivas en la interacción comercial con el resto del mundo.
El reto entonces es aprovechar al máximo este potencial económico de crecimiento y desarrollo de nuestra actividad económica derivada de la cultura, detonando programas que vayan más allá del mero trato fiscal. El fomento de la lectura y la adquisición de estos bienes, el combate a la informalidad y a los desincentivos que provoca la piratería en las empresas de cultura se deben encontrar necesariamente entre estas medidas. Todo, en un marco de respeto de nuestra identidad y de nuestra diversidad.
Ernesto Piedras, Director General de The Competitive Intelligence Unit (http://www.the-ciu.net/).