En empresas con alta burocracia o excesivos trámites operativos, los colaboradores se transforman en zoombies, se multiplica el vicio de asignar culpas y evadir responsabilidades lo que nos aleja del crecimiento y sume en la indolencia al talento humano.
Así, los empleados ponen un pretexto para evadir una responsabilidad y culpan de los errores a otros, costumbres que aniquilan a las organizaciones.
El concepto de responsabilidad no es integral si carece de la otra cara de la moneda. Es decir, no sólo debemos asumir las consecuencias de todo lo que hacemos, sino de todo aquello que dejamos de hacer. Debemos responder también por nuestra indiferencia ante situaciones en las que, de alguna forma, estamos involucrados.
Contra los zombies
a) La primera vacuna contra los zoombies es claridad en los puestos de trabajo. Especificar las características idóneas y competencias que debe cumplir cada colaborador. Deben existir reglamentos y descripciones de puestos donde se detallan las funciones y obligaciones de cada empleado.
b) Después se requiere fomentar el “dar un poco más” de lo que la descripción de puesto nos exige. Muchas veces esto se consigue con el reconocimiento.
c) En tercer lugar conviene adoptar el empowerment en la empresa. Este empoderamiento es el hecho de delegar poder y autoridad a los subordinados y conferirles el sentimiento de que son dueños de su propio trabajo.
d) Una parte crucial para evitar que haya zombies en el trabajo es predicar con el ejemplo. Más allá de lo que esté establecido en los códigos y reglamentos, debemos involucrarnos en las problemáticas sociales y ser parte activa en la búsqueda de soluciones. El cumplimiento de estos deberes contribuye a la armonía social, al asumir el compromiso de hacer lo que nos toca.
Actuar y dejar las excusas, cesar de quejarse y de culpar a otros de las desgracias, asumir las consecuencias de todo aquello que se hizo o dejo de hacer, y cumplir con las propias responsabilidades, más allá de lo escrito, evidencia a un verdadero colaborador y un zombie.
Ahora, pasar de zombie a colaborador implica transitar de la descalificación a la proposición, de reclamar a actuar, de culpar a asumir y de evadir la responsabilidad a aceptarla. Esto por supuesto no es fácil. Implica grandes cambios en la vida personal, ya que es ahí donde se genera el proceso evolutivo.
Citando a Confucio: “Cuando se alcanza el conocimiento, la voluntad se hace sincera; cuando la voluntad es sincera, entonces se corrige el corazón; cuando se corrige el corazón, entonces se cultiva la vida personal; cuando se cultiva la vida personal, entonces se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, entonces la vida nacional tiene orden; y cuando la nación tiene orden, entonces hay paz en este mundo. Todos deben considerar el cultivo de la vida personal como la raíz o fundamento”.
Por Mario Rizo, Socio de Salles Sainz Grant Thornton y autor de Todos Ganan, un recetario de éxito para las PyMEs
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