Al hurgar en posibles argumentos para la desinversión o decisión de no acumular en la tan necesaria infraestructura de telecomunicaciones en México, el único motto posible en el panorama es el político: usar la inversión necesaria para el desarrollo de negocios, así como para el cumplimiento del título de concesión de los operadores, como un arma de negociación.
En efecto, nuestro país padece un déficit de capital de infraestructura. Ello resulta tanto del atraso relativo del país como del agotamiento del modelo en operación que hasta hace poco había dependido de las inversiones de los operadores dominantes, quienes ya no muestran, desde hace mucho, los mismos incentivos para la capitalización.
Ello salta a la vista porque al revisar las estadísticas de sus estados financieros -medidos en términos reales, es decir descontando el efecto de la inflación- los operadores dominantes fijos y móviles (Telmex y Telcel) muestran una marcada tendencia a la baja, depredando el mercado, mientras que el resto de los competidores aumenta sus inversiones considerablemente.
Destaca aún más que entre los años 2003 y 2010, los ingresos conjuntos de ambos operadores dominantes en las telecomunicaciones mexicanas crecieron 324%, mientras que sus inversiones en el mismo sector, durante el mismo periodo, crecieron solamente 6.8 por ciento.
Así, mientras que en el 2003 las inversiones del dominante móvil representaban casi 40% de sus ingresos, ya en el 2008 escasamente superaron 7%; ambas cifras están muy por debajo de la participación de mercado con que cuenta, que en términos de líneas los dejan con casi tres cuartas partes de éste.
Incluso intriga identificar el destino de esos recursos generados en las empresas dominantes y destaca que, en términos reales, mientras la inversión en telecomunicaciones para México decreció 20%, la inversión de sus empresas hermanas en México y el resto de América Latina aumentó 634% durante el mismo periodo.
Invertir y crecer… ¿o no?
Hoy tenemos plenamente comprobado que el sector de las telecomunicaciones es primordial para la operación de toda economía. Así, el fomento de la inversión en nuestro país está asociado al fomento de la competencia efectiva.
Es por ello que la política de inversión del sector deberá jugar el papel múltiple de aprovechar el potencial que brindan las nuevas tecnologías.
Con todo, es crucial que nuestro gobierno continúe con la estrategia de fomento a la inversión y a la competencia como mecanismos óptimos para el desarrollo de infraestructura de telecomunicaciones.
Publicado en el diario El Economista
Ernesto Piedras
epiedras@epiedras.net
Twitter @ernestopiedras
Información relacionada
[tubepress views=”false” title=”false” length=”false” video=”BY2ZqQh7DjM”]