Las empresas conformadas por familias son cada vez más comunes tanto que se estiman alcanzan el 80% del total de los negocios del país lo que las hace las principales creadoras de fuentes de trabajo, pero hay que saber llevarla con cuidado.
Entre las ventajas que se encuentran en este tipo de negocios están la confianza entre los miembros, el hecho de compartir intereses, mantener una buena comunicación, suele haber un sacrificio y gran dedicación personal para lograr el éxito y un alto nivel de exigencia.
No obstante es muy común que los problemas familiares alcancen y afecten al negocio, que los intereses personales entren en conflicto, puede haber rigidez o poca disposición al cambio y a las críticas e incluso se puede volver el refugio de miembros que no son productivos.
Un categoría común son los Matrimonios empresarios conformados en su mayoría porque la pareja comparte una misma profesión. El problema en este caso es que es difícil separar al negocio de la convivencia diaria, los horarios de trabajo suelen ser agotadores y se descuida la atención de los hijos y el hogar.
En este caso habrá que poner atención a las áreas específicas de responsabilidad para que no existan problemas con el poder que cada uno tiene.
Con la finalidad de que el negocio siga adelante, a pesar de todo, es válido considerar la posibilidad de un divorcio por lo que se planea cuál de los cónyuges se quedará con la empresa, cuál será la forma de pago que recibirá el otro o bien hacer un acuerdo de venta de la empresa a terceros.
De los 0 a 9 años el negocio demanda tiempo, esfuerzo y dinero y se vuelve dinámico, entre los 10 y los 20 años se llega a la madurez y la consolidación, la empresa se vuelve grande y más compleja, pero de los 21 a 30 años necesita de un cambio en la dirección.
Cuando se trata de los hijos lo mas común es que estos comiencen a involucrarse con el negocio desde pequeños, no obstante muchas empresas no sobreviven la segunda generación por falta de interés de los hijos en continuar la actividad o porque tienen criterios distintos para dirigir la empresa.
En ese sentido se considera que el ciclo de vida de una organización consta de tres etapas, creación y desarrollo, maduración y languidecimiento, por ello es mejor considerar un plan de sucesión lo que contribuirá a darle vida a la empresa.
Al final vale decir que es mejor ser lo más objetivo posible y admitir si podemos trabajar al lado de las personas que queremos, si la respuesta es no la empresa fracasará y lo que es peor puede presentarse una ruptura en la relación.
Ariadna Cruz