Hubo una época, en la que el cine era mudo. Nos narra Ignacio Ortega en su libro “Crónica social del cine en Almería”, que existió un oficio que consistía en explicar las imágenes que el cinematógrafo proyectaba sobre un lienzo blanco. Lo anecdótico es que en Almería, no fue necesario el servicio de dicho profesional, la música amenizaba la sesión cinematográfica y ayudaba al entendimiento de las imágenes.