Debido a que empleamos dichas actividades de negocio para objetivos y en contextos similares, muchas veces confundimos los términos ahorrar e invertir. Si bien, existen aspectos que los vinculan, ambos también poseen características en las cuales podemos observar claramente sus diferencias y así, sacarles mayor provecho en beneficio de nuestro patrimonio.
La relación entre ahorro en inversión resulta más evidente cuando nos disponemos a elegir entre varias opciones para guardar nuestro dinero. Al elegir, debemos tomar en cuenta nuestras necesidades, objetivos y metas financieras.
Por ejemplo, si necesitamos disponer del dinero en cualquier momento para encarar imprevistos, la opción más conveniente es un instrumento de ahorro, ya que ante una emergencia los recursos pueden utilizarse inmediatamente.
Guardar dinero en una alcancía, bajo el colchón, en rincones ocultos de la casa, etc., son las formas más habituales como las personas resguardan su dinero, al considerarlas más seguras que una cuenta bancaria, lo cual definitivamente es un error pues conservar el dinero físicamente implica riesgos como pérdida o robo, mientras en un banco los ahorros quedan protegidos por el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), cuya función es garantizar los depósitos de los pequeños y medianos ahorradores.
Asimismo, al depositar nuestro dinero en un banco genera intereses, aunque no crece tanto como si realizáramos alguna inversión. Los intereses son el dinero que el banco paga por guardar nuestros recursos en una cuenta de ahorro. Sin embargo, estos intereses se encuentran por debajo de la inflación (que es el aumento general de los precios), provocando que a través del tiempo nuestro capital sirva para comprar menos cosas.
Lo anterior se puede evitar eligiendo un instrumento de inversión, que garantice la obtención de mayores ganancias que con una cuenta de ahorros, pero debe considerarse que por lo general nuestro dinero no estará disponible en cualquier momento y que existe un riesgo implícito: en lugar de crecer, puede disminuir. Por ello es aconsejable no invertir nunca la totalidad de nuestros ahorros.
Si lo vemos por etapas podemos decir que teniendo cierta cantidad ahorrada, el paso natural es traducirla en mayores beneficios, por ello, guardarla bajo el colchón resulta la peor opción, ya que pierde valor. Así, invertir se convierte en el movimiento más recomendable.
¿Cómo empezar?
Ahorrando. Una manera fácil de hacerlo es elaborar un presupuesto, que consiste en registrar por escrito cada ingreso y gasto realizado a lo largo del mes. Eso nos permitirá identificar cuáles gastos pueden reducirse o eliminarse. Una recomendación es ahorrar al menos el 10% de nuestros ingresos, de manera que al llegar a cierta cantidad se pueda invertir.
Plantearnos objetivos específicos también es de mucha utilidad, ya que hoy por hoy estamos expuestos a mensajes que nos alientan a gastar y, pensar que estamos a punto de cumplir nuestras metas, nos alentará a no flaquear.
El siguiente paso es abrir una cuenta de ahorro o de cheques. Ésta última también nos permite disponer del dinero cuando gustemos, pero es importante considerar que dicha opción por lo general requiere que tengamos en nuestra cuenta una cantidad mínima para mantener la tasa de interés, de lo contrario tendremos que pagar una comisión.
¿Qué tipo de inversión es la más conveniente?
Para saber esto lo primero es definir nuestras metas a corto, mediano y largo plazo, pues en función de ellas definiremos el tipo de inversión que debemos contratar. Asimismo, es importante considerar si nuestros objetivos financieros están en sintonía con nuestros deseos y necesidades. Por ello, es clave obtener asesoría especializada, mediante la cual podremos conocer la variedad de productos financieros que existen en el mercado y saber cuáles se apegan más a nuestras demandas.
El tiempo es un factor importe, pues entre más tiempo tengamos para concretar nuestras metas, menos esfuerzo nos costará alcanzarlas. También porque las inversiones tienen periodos de rendimiento y pérdidas en ciclos que pueden durar incluso años, de ahí que el primer paso sea establecer en qué tiempo deseamos realizar nuestros objetivos.
Para tener éxito al invertir es importante la diversificación, es decir, repartir nuestros recursos en diferentes productos para compensar las bajas que pudiera tener un instrumento que esta pasando por una mala racha.
Algunas opciones que existen son:
– Depósitos a plazo.
– Sociedades de inversión.
– Cetes.
– Aportaciones voluntarias a nuestra Afore.
Para conocer las características de cada una basta acudir al banco de nuestra preferencia o visitar las oficinas de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), en Insurgentes Sur No. 762 Col. del Valle, Delegación Benito Juárez, C.P 03100, México D.F. Tel. 01 800 999 80 80.
Con información de CONDUSEF
Karina Hernández Barrera