Al administrar sus negocios los microempresarios suelen cometer una serie de errores que a la larga determinan el cierre de sus establecimientos. Para que eso no te suceda, a continuación describimos los 10 más frecuentes.
• Falta de una cultura empresarial. Son contadas las microempresas que tienen claro cuál es su visión, misión y valores. No se cuestionan ¿por qué existen como organización?, ¿por qué los clientes acuden a su local?, ¿cuál es su propósito?, etc. En consecuencia, envían mensajes confusos a sus consumidores, empleados y proveedores sobre quiénes son como empresa y hacia dónde van.
• Carencia de análisis estratégico. Al arrancar operaciones, generalmente las MiPyMEs abordan el mercado apoyados en suposiciones sobre lo necesario para cubrir las demandas de su clientela. Así, ignoran oportunidades que pueden aprovechar y, pasan por alto aspectos que pueden acabar con ellas, como desarrollar productos innovadores, recurrir a bases de datos oficiales para ubicar a los mejores proveedores, etc.
Un buen ejercicio consiste en preguntarse: ¿qué necesidad satisface el producto o servicio ofrecido?, ¿qué hará por los clientes?, ¿qué no está haciendo ahora?, etc.
También es importante investigar el perfil del mercado y de los consumidores.
• Administración ineficiente. Ésta viene a ser una de las principales causas en el fracaso de los pequeños negocios, ya que habitualmente son dirigidos con base en corazonadas, más que en conocimientos reales sobre el giro y sus características.
Otro problema surge cuando, pese a su inexperiencia, los dueños consideran que están suficientemente capacitados en todas las áreas del negocio, y evitan cualquier tipo de asesoría o apoyo.
• Incompetencia personal. Para evitar que las empresas fracasen debido a su propietario una recomendación es recurrir a simuladores de negocios, que ayudan a evaluar qué tan preparado se está para asumir el rol de administrador.
• Creerse todólogo. Desempeñar este “rol” por demasiado tiempo resta al negocio la oportunidad de extenderse, a falta de pensamiento estratégico en su dueño.
Aunque muchas empresas inician operaciones teniendo a una persona como eje directriz, lo ideal es que en la primera oportunidad se contrate al personal necesario para ejercer la contabilidad, producción, ventas, recepción, logística, etc. Ello permitirá centrar energías en la de oportunidades y aprovecharlas en su momento.
• Deficiente previsión financiera. Frecuentemente los empresarios llevan a cabo una mala planeación financiera porque no determinan con anticipación cuánto dinero necesitan para hacer funcionar su establecimiento, cómo y dónde lo obtendrán. Por ello se debe establecer con anticipación la estructura financiera de la empresa y hacer una previsión de su rentabilidad a mediano plazo.
• Adquirir deudas sin previsión. Considerando que el crédito no siempre es la solución para los negocios tradicionales, es importante llevar a cabo un presupuesto que permita definir el objetivo a concretar, cómo podrá lograrse y si es o no mediante recursos bancarios.
• Centralizar el poder. Según estimaciones, una empresa creada ahora difícilmente llegará a ser administrada por los nietos de sus fundadores.
Ante dicha situación, es necesario identificar conflictos relacionados con la autoridad, manejo de recursos, planes de compensación, valor del trabajo y la sucesión que, sumados a cuestiones emocionales, provocan una mala administración en la empresa familiar.
Par lograr que la empresa tenga vida propia y no dependa de una o dos personas, se requiere fundar órganos de gobierno que garanticen la capacidad de los nuevos dueños conforme vayan incorporándose, y la disposición de esos nuevos mandos para cuidar el negocio tanto como lo hizo el fundador.
• Ausencia de controles. Para evitar fallas operativas es necesario tener medidas de control. Para ello se debe realizar un control de gastos, control de ventas, control de inventarios, etcétera. Así como tener actualizados los manuales de operación y toda la documentación de la empresa en regla.
• Falta de planeación. Ejercer actividades de planeación ayuda a establecer el rumbo de la empresa, con base en metas y estrategias para alcanzarlas.
Una buena forma de empezar a planear es respondiendo a preguntas como las siguientes: ¿qué hacer para incrementar las ventas?, ¿dichas medidas realmente cumplirán su objetivo?, ¿es el momento adecuado para llevarlas a cabo?, entre otras.
Con información de CONDUSEF
Karina Hernández Barrera